Explicaciones de la Intendencia de Montevideo sobre las playas dejaron dudas y reafirman la urgencia de revisar los criterios que rigen su control sanitario
Las autoridades de la Intendencia de Montevideo, encabezadas por el director de Desarrollo Ambiental, Guillermo Moncecchi, comparecieron ante la Comisión Permanente de la Junta Departamental de Mo...
Las autoridades de la Intendencia de Montevideo, encabezadas por el director de Desarrollo Ambiental, Guillermo Moncecchi, comparecieron ante la Comisión Permanente de la Junta Departamental de Montevideo el 4 de febrero.
Moncecchi y su equipo intentaron trasmitir tranquilidad sobre el estado de las playas y los controles que realiza la Intendencia.
“Lo primero que queremos decir, como comentario general, es que al día de hoy las playas de Montevideo aptas para baño están habilitadas en su totalidad y cumplen con la normativa de habilitación”, dijo Moncecchi. “Estamos hablando de rangos (de contaminación) que no implican un riesgo, no grave, ni siquiera importante para la población. Me parece importante destacarlo”.
Playas aptasTal como dijo Moncecchi, las playas “cumplen con la normativa de habilitación”, pero lo hacen ayudadas por la violación del decreto 253/79, que establece para ellas estándares el doble de exigentes de los que hoy se emplean.
Este decreto divide los cuerpos de agua en distintas categorías. Las playas están comprendidas en forma clara y expresa en la 2b, definida como “aguas destinadas a recreación de contacto directo con el cuerpo humano”.
Para esta categoría se establecen dos límites respecto a la contaminación fecal: por un lado, la media geométrica de cinco muestras consecutivas debe estar por debajo de 500 unidades formadoras de colonias de coliformes fecales cada 100 mililitros (ufc/100ml). Por otro lado, ninguna muestra puede superar las 1.000 ufc/100ml.
Luego el decreto fija otras categorías. La categoría 3, por ejemplo, alcanza a las “aguas destinadas a la conservación de peces en general y otros elementos de la fauna y flora”. Dado que no está pensada para sitios donde las personas se bañan, esta categoría permite niveles muy superiores de coliformes: el doble. Aquí se autoriza que el promedio geométrico de cinco muestras alcance las 1.000 ufc/100ml y que cada una de ellas aislada pueda llegar a 2.000 ufc/100ml.
Amparándose en una resolución del Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente de 2005 -que no habla de playas-, la Intendencia de Montevideo y otras del país, pasaron a habilitar sus playas si cumplen apenas con el estándar de la categoría 3, establecida para la sobrevivida de peces y vegetales, y no para la salud humana.
Esta violación del decreto 253 es hoy aceptada por el Ministerio de Ambiente, que para casi todo usa la categoría 3. Incluso, según una reciente nota de La Diaria, esta tergiversación alcanza también a los cursos de donde se toma agua para potabilizar, que en el decreto 253 están en la categoría 1, la más exigente.
Una resolución ministerial nunca puede alterar un decreto del Poder Ejecutivo, pero eso es lo que viene ocurriendo desde hace décadas, en un acuerdo tácito entre Intendencia de Montevideo y las autoridades ambientales.
Es llamativo y preocupante el silencio que el ministro Bouvier y el subsecretario Amarilla han guardado sobre este tema. ¿Y las autoridades entrantes qué harán?
“Muy razonable”En la Junta Departamental, Verónica Piñeiro, gerenta de Gestión Ambiental de la Intendencia de Montevideo, restó importancia a si las playas se habilitan según la categoría 2b o la 3.
“La diferencia entre 2b y 3 no es que la playa esté llena de caca. La diferencia entre 1.000 y2.000 coliformes no es que la playa esté llena de caca, ni muchísimo menos (…) Todos los rangos de los que estamos hablando son muy razonables. (…) Estamos hablando de rangos que no implican un riesgo, no grave, ni siquiera importante para la población”.
Moncecchi reforzó esa línea argumentativa. “En nada de lo que estamos hablando acá existe un riesgo grave para la población. (…) Quiero sacarlo de la mesa porque me preocupa un poco que se esté haciendo una alarma pública con una cosa que no es (…) No hay un riesgo grave para la población. Si así fuera, sería absolutamente irresponsable; esta comparecencia sería de otro tipo y, además, la población lo estaría viendo”.
Hay varias cosas que anotar respecto a estas afirmaciones.
Por un lado, lo que dicen los propios datos de la Intendencia. Según sus mediciones de enterococos –que es el indicador que recomienda la Organización Mundial de la Saluden guía publicada en 2003- en la temporada pasada ninguna playa de Montevideo, ni siquiera las que tuvieron las mejores mediciones, logró el estándar de salubridad aceptable. Ninguna logró tener el 95% de sus muestras debajo de los 200 ufc/100 ml de enterococos. Por eso cayeron en una categoría que, según la OMS, “representa una sustancial elevación en la probabilidad de todos los efectos adversos de salud para los cuales hay datos de correlación entre exposición y riesgos de enfermedad”.
En esa categoría, el riesgo de contraer una enfermedad gastrointestinal con una única exposición al agua va de uno en 20 a uno en 10.Y aumenta hasta un 3,9% las posibilidades de un cuadro febril respiratorio agudo. Pero muchas playas de Montevideo registran mediciones que caen en el siguiente rango, donde la posibilidad de contagio es aún mayor.
Si pasara “algo” la población lo estaría viendo, dijo Moncecchi.
¿Y cómo se enteraría la población si se usa un estándar alterado para habilitar las playas y el Ministerio de Salud Pública no lleva el monitoreo epidemiológico de este tipo de enfermedades?
Aún así, algo se ve. El director del Pereira Rossell, Álvaro Galiana, dijo a El Observador: “En esta época de verano se ven con más frecuencia infecciones gastrointestinales. Tanto en el Pereira como en general en otros centros de salud. Es algo que probablemente esté vinculado a la infección de vía fecal oral y puede estar relacionado con baños de mar”.
En cuanto a la ausencia de casos graves, es imposible saberlo dado la ausencia de estudios por parte del MSP. Las personas con bajas defensas pueden desarrollar casos graves donde el común de la gente tiene un mal pasajero. ¿Pueden asegurar Piñeiro y Moncecchi que ningún contagio terminó en una sepsis o una endocarditis graves?
Hoy, ante la falta de información y registros, no se puede decir que ocurrió, pero tampoco que no.
Un episodio reciente, en playa Pocitos, una de las que tiene mediciones de enterococos en rojo según la propia Intendencia, pone este tema sobre la mesa. En el caso del ómnibus que circuló desbocado por avenida Brasil y terminó su recorrido saltando el muro de esa playa, una mujer de 55 años, Karina Dafonte, resultó con una fractura expuesta y días después falleció. El abogado de su familia, Leonardo Narancio, declaró que los médicos señalaron que la arena de la playa que tomó contacto con la herida agravó su situación. “La herida de Dafonte se llenó de arena. Se cree que esto provocó que ingresara una bacteria que terminó complicando su cuadro de salud”, señaló una nota en Montevideo Portal.
Lo que ocultan los promediosMoncecchi también fue enfático en defender el método de medir la cantidad de coliformes fecales que usa la Intendencia: no considera las muestras de agua en forma unitaria, sino que hace el promedio geométrico de las últimas cinco mediciones. Señaló que así se hace “para evitar la influencia de factores puntuales”.
“Puede haber una medida que dé más alta por una circunstancia puntual: por ejemplo, que alguien haya tirado un pañal al lado de donde se hizo la medida, aunque también puede tener que ver con las corrientes”, dijo. “Lo que se determina es la media de las últimas cinco medidas, para ver si ese comportamiento se mantiene. Eso es lo que permite saber si una playa cumple, o no, con la normativa vigente”.
Agregó que “generalmente” luego de un día de medidas por sobre lo normal, “al otro día desaparece o se vuelve a los indicadores normales”.
Estas afirmaciones pueden ser cuestionadas desde al menos tres puntos de vista.
Para empezar, las mediciones no son diarias, por lo que no siempre existe la comprobación de que al otro día de una muestra por sobre los límites los valores se regularizan.
Pongamos ejemplos concretos de la presente temporada: el 4 de noviembre la playa Carrasco arrojó un registro de 2.900 ufc/100 ml de coliformes. La medición es tan alta que viola la categoría 2b (personas), pero también la 3 (peces y vegetales). La siguiente medición en Carrasco no se hizo al otro día, sino una semana después: el 11 de noviembre.
Otro caso. El 5 de diciembre se registraron valores de coliformes todavía más altos: en Santa Catalina alcanzaron 3.000 ufc/100 ml y en Ramírez 4.200. La siguiente medición se hizo recién el 9 de diciembre.
En segundo lugar, y más importante: los dichos de Moncecchi suponen otra admisión de que la Intendencia viola el decreto 253, ya que este fija un doble criterio para habilitar una playa: un límite para el promedio geométrico y otro para las mediciones unitarias.
La categoría 2b establece que una playa debe tener un promedio geométrico de 500 ufc/100ml y que ninguna muestra puede superar las 1.000 ufc/100ml. Incluso tomando la categoría 3 (peces y vegetales) el máximo autorizado para muestras aisladas es 2.000 ufc/100 ml.
Pero, en abierta violación al decreto, la Intendencia ignora las mediciones individuales. En los ejemplos citados líneas arriba, queda claro que las playas violaban los límites impuestos y, con un criterio lógico, no debieron habilitarse hasta una nueva medición.
En tercer lugar, la defensa de Moncecchi de los promedios geométricos de las últimas cinco muestras como único método de habilitación, parece ignorar cómo se transmiten las enfermedades infecciosas.
Para que una persona se contagien o necesita exponerse a un patógeno de forma prolongada durante una o dos semanas (el tiempo que lleva recoger las cinco muestras sobre las cuales se hacen los promedios geométricos). En realidad, si la carga de la bacteria o el virus es alta, basta con un breve contacto puntual, momentáneo: un chapuzón, un único día. La concentración elevada de enterococos y coliformes indica que es probable que el agua tenga niveles importantes de patógenos de origen fecal. Y la medida que mejor representa ese riesgo no es un promedio y mucho menos una media geométrica atenúa los valores extremos.
Justamente, esos valores extremos son los que importa conocer e informar. Porque es ese día y en ese momento cuando el bañista puede enfermar. Con sus propias palabras, lo dijo en la sesión de la Junta una de las técnicas de la Intendencia que acompañó a Moncecchi, la directora interina de la Unidad de Calidad del Agua, Jimena Risso: “La gente no se baña en medias geométricas, sino que se baña en valores puntuales”.
Moncecchi agregó que “el muestreo que se realiza tiene como objetivo determinar las características estructurales de la playa”.
Pero eso no es así. Más allá de loable deseo de avanzar en el conocimiento científico de la costa, el real objetivo del muestreo es determinar si hay riesgo sanitario.
La OMS desde hace más de 20 años recomienda para eso medir los enterococos, porque son un indicador más fiable de la contaminación fecal. Y el límite está fijado en los 200 ufc/100 ml. También indica valorar las muestras de a una o mediante la proporción de muestras que están por debajo de un valor umbral, y no haciendo promedios geométricos entre cinco muestras. Y para determinar la categoría de una playa fija un límite y establece que el 95% de las muestras debe estar debajo de ese límite fijado.
Para la OMS, si el 95% de las muestras de una playa tienen entre 201 y 500 ufc/100 ml de enterococos, los riesgos de contagiarse una enfermedad gastrointestinal son de entre 5% y 10% con una única exposición y los de padecer una enfermedad febril respiratoria aguada son de entre 1,9 y 3,9%.Como ya fue dicho, en esa categoría cayeron todas las playas de Montevideo en la temporada 2023-24.
Veamos lo que pasa con un caso extremo. El 5 de diciembre de 2022 en la playa de Santa Catalina se registró una cantidad exuberante de coliformes: 8.700 ufc/100 ml. Pero la medición de enterococos fue mucho mayor, a un nivel casi monstruoso: 230.000 ufc/100 ml.
¡Más de 1.000 veces el límite de 200 ufc/100 ml fijado por la OMS!
Sin embargo, esa cifra alarmante se diluyó completamente cuando se hizo el promedio geométrico. Se licuó en la estadística. Pero para la gente que se bañó ese día, seguramente no.
“No le vamos a decir”La intervención de Risso fue clara para explicar lo expuestos que están los bañistas a estas situaciones puntuales. Los tiempos que maneja la Intendencia, según señaló, impiden alertarlos en tiempo real.
Risso dijo que la Intendencia tarda 24 horas tener el resultado de las muestras. Entonces, agregó, cuando un valor da muy alto, ese día ya pasó (y la gente ya se bañó). Respecto al nuevo día, la funcionaria dijo que la experiencia dicta que los valores tienden a normalizarse.
“A las 24 horas ya podemos pensar que, si no llovió, ni nada, la playa va a estar bien. No le vamos a decir a la gente: ‘Señor, no se bañe’ cuando sabemos por experiencia, por años de trabajo, que, si no llovió (…) es altamente probable digamos en un 99% que la playa ya va a estar bien”.
Pero, como ya fue dicho, los controles no son diarios y no siempre se puede saber qué pasa al otro día. Aún así, los datos divulgados por la Intendencia, demuestran que no siempre se confirma lo que Risso señala.
Por ejemplo, los días 4 y 5 de marzo de 2024 muchas playas dieron consecutivamente valores por encima de los 200 ufc/100 ml de enterococos: Santa Catalina 780 y 250; Ramírez 560 y 1.200; Pocitos 320 y 1.800; Buceo 240 y 450; Malvín 240 y 1.800; Honda 540 y 890.
El tercer día, el 6 de marzo, no sabemos qué ocurrió porque no hubo muestreos.
Risso señaló que poder informar a la población en tiempo real no es sencillo, lo cual es cierto. Una fuente especializada en el tema, que prefirió reservar su nombre, admitió esa complejidad y señaló que “lo mejor sería tener buenos modelos matemáticos de predicción, que puedan adelantarse a la situación, y alimentar esos modelos con los datos del muestreo”.
“Esos modelos -agregó la fuente- necesitan información microbiológica, química y física (salinidad, temperatura, lluvia, viento, marea, radiación solar, etc.) y la concentración de enterococos y coliformes fecales en los días previos. Seguramente hay docentes universitarios con la formación para desarrollar ese modelo”.
Baños públicosAdemás de la ingeniera Risso, otros técnicos de la Intendencia tomaron la palabra. Uno de ellos fue el microbiólogo Bruno D’Alessandro, del Servicio de Evaluación de la Calidad y Control Ambiental, quien explicó el sentido de medir los coliformes y/o enterococos: “Cuando hay un excedente de determinado valor, se observa equis cantidad de enfermedades gastrointestinales que podrían estar asociadas a la exposición acuática”.
Faltó decir que la OMS también tiene medido el aumento de las enfermedades agudas respiratorias y febriles. Y que la contaminación fecal puede tener consecuencias más graves para personas con bajas defensas.
En el afán por minimizar la importancia del problema, D´Alessandro puso un ejemplo insólito.
“Que los enterococos o los coliformes estén en el agua no implica que me voy a infectar con ellos ya que, de hecho, los tengo en mi cuerpo todo el tiempo. Quizás estoy mucho más expuesto, por ejemplo y discúlpenme, pero yo siempre uso esta analogía, cuando voy a un baño público: probablemente en la cisterna haya mucha mayor cantidad de enterococos y coliformes de los que me pueda encontrar dándome un chapuzón en el agua”.
Difícilmente pudo exponerse una analogía más falaz. Si la cisterna del baño público rebosa de enterococos y coliformes, o si está limpia como un jaspe, nadie refriega sus mucosas sobre ella. Nadie le apoya los labios, ni se la introduce en la nariz o en los ojos. Salvo que D´Alessandro tenga otros datos, tampoco es usual que la gente sumerja su cabeza en wáteres de los baños públicos. En el agua de la playa sí. Y cuando uno se sumerge expone su cuerpo entero, incluyendo las zonas más sensibles: ojos, nariz, boca, oídos, también lastimaduras y heridas.
“Cuando sea más exigente”A pesar de lo extenso de la sesión, un tema faltó a la cita. ¿A qué se debe el aumento de la contaminación fecal en las playas?
Los índices de la temporada 2023-2024 fueron peores que las anteriores, pero no se dio ninguna razón para ello.
Se repitió muchas veces que hay que evitar bañarse al otro día de las lluvias: “La calidad microbiológica de las playas muchas veces se ve afectada por la influencia de factores climáticos”, dijo Risso.
La lluvia fue el repetido chivo expiatorio de la sesión. Alguien poco informado, escuchando las argumentaciones municipales, podría creer que llueve caca. Pero no. Tampoco llueven coliformes, ni enterococos, ni patógenos de ningún tipo.
Lo que ocurre que con la lluvia es que los vertidos del saneamiento aumentan. Y que el emisor subacuático de Punta Carretas desborda por “aliviaderos” que tiene, más cercanos a la costa. O sea que la lluvia deja aún más en evidencia que el vertimiento de aguas cloacales en Montevideo tiene un problema de fondo: están insuficientemente tratadas o directamente no tratadas.
La directora de Saneamiento, María Mena, dijo que “en ninguna playa y en ningún curso de agua hay vertidos de aguas crudas en tiempo seco”.
Pero la lluvia existe y Montevideo no tiene una verdadera planta de tratamiento de agua. Sus dos emisarios subacuáticos, más conocidos como colectores, tienen apenas plantas de “pretratamiento”: solo quitan el material sólido precipitable (plásticos y arenas). No mejoran la carga de nutrientes (nitrógeno y fósforo), ni la microbiológica. Todo eso, “aguas crudas”, se tira en el Plata, solo que un poco más lejos. Y cuando llueve, aumenta la cantidad y los “aliviaderos” tiran lo mismo, pero más cerca.
Mena dijo que se está trabajando para que en “nuestras plantas de pretratamiento en las que tenemos disponibilidad de espacio suficiente, porque así fueron diseñadas, para que, cuando la normativa sea más exigente, tengamos la posibilidad de poder instalar tratamientos de mejor calidad (…) Aspiramos a que las normas sean más estrictas. Estamos trabajando para eso, pero es un proceso; estos resultados no son instantáneos. Ningún país de un momento para el otro dice: ‘Quiero este estándar’ y lo logra; se logra después de un proceso”.
Este pasaje fue de una claridad meridiana. Los emisarios o colectores se mejorarán “cuando la normativa se vuelva más exigente”. Pero eso no ocurrirá si se la defiende -como minutos antes hicieron Moncecchi y Piñeiro- y mucho menos si se acepta y justifica la violación de la vetusta normativa vigente.
Mena dijo que no se puede pretender que este cambio imprescindible se opere de un día para otro y tiene razón. El asunto es que tenemos un decreto de 1979 y ni siquiera se lo respeta. Y la Intendencia, el Ministerio de Ambiente y la academia ya llevan casi 20 años discutiendo como actualizar la normativa vigente, mientras le hacen trampas.
Sería hora que las autoridades, empezando por el Ministerio de Ambiente e incluyendo al prescindente Ministerio de Salud Pública y todas las intendencias, asuman de una vez la responsabilidad que les corresponde.