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Bernardo Arévalo, presidente de Guatemala y admirador de Mujica: "Le tengo simpatía al modelo uruguayo"

El presidente de Guatemala, ...

Bernardo Arévalo, presidente de Guatemala y admirador de Mujica: "Le tengo simpatía al modelo uruguayo"

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El presidente de Guatemala, Bernardo Arévalo, nació en Montevideo en el año en que cambió la historia de Uruguay. El batllismo que atrajo a su padre, exiliado, pasaba una de sus mayores crisis. El Partido Nacional llegaba al poder tras nueve décadas de dominio colorado. Y Luis Alberto de Herrera, bisabuelo de Luis Lacalle Pou, daba su última batalla electoral.

Sesenta y seis años y medio después, Arévalo vuelve a su país de nacimiento —sin contar una breve visita en 1994— con la excusa de la asunción de Yamandú Orsí. Pero, en entrevista con El Observador, admite que su viaje envuelve más que eso: es su oportunidad para visitar la casa que era de sus padres en Carrasco, para reencontrarse con José Mujica de quien se dice “admirador”, y para entender el modelo de Estado de bienestar uruguayo que quiere promover en Centroamérica.

A continuación parte del diálogo que mantuvo con El Observador:

¿Por qué se dice admirador de José Mujica?

Porque es un hombre que representa la integración de la ética con la política de una manera vivencial, consistente, con coherencia a lo largo de todo el tiempo. Esa reintegración de la ética con la política es fundamental para el funcionamiento de una democracia en cualquier lugar del mundo. Pero para nosotros es especialmente importante porque somos un país en donde el sistema político fue secuestrado por élites político-criminales. En Guatemala usaron al poder político para el beneficio personal con estafas horribles. Y, además de la ética, el otro principio central de Uruguay y Mujica es que no hay democracia posible sin justicia social. Y viceversa.

¿La democracia se está devaluando?

Está en una etapa de repliegue. ¿Por qué la población le ha retirado el respaldo a las instituciones en varias partes del mundo? Porque las élites políticas democráticas perdieron de vista de que gobiernan para las mayorías. Las familias ya no tienen certeza de que sus hijos vayas a vivir mejor que sus padres, cuando esa era la clave de la democracia tras la posguerra.

Las familias ya no tienen certeza de que sus hijos vayas a vivir mejor que sus padres Las familias ya no tienen certeza de que sus hijos vayas a vivir mejor que sus padres

¿Esa desesperanza es la que explica que en países vecinos a Guatemala ganen las elecciones políticos que se presentan como mesías?

A corto plazo ese es el riesgo. Cuando las instituciones democráticas no funcionan, se cede libertad y derechos a cambio de quienes ofrecen algún tipo de certeza. Pero a largo plazo, sin embargo, a pesar de lo crítico del mundo contemporáneo y sus problemas puede decirse que la humanidad no dejó de progresar. Es un avance errático, no lineal, a veces con enormes costos. Estamos en un escenario similar a la Europa de entreguerras. Tuvo que pasar la tragedia de la Segunda Guerra Mundial para que la humanidad haya dado un salto.

Del lado norte de Carrasco, a escasas cuadras del barrio en el que usted se crió, un cartel rezaba: “Uruguay necesita un Bukele”. ¿Ese es el modelo a seguir en un país en que la población identifica la inseguridad como el principal problema?

Los estudios de seguridad son claros: la mano dura tiene resultado a corto plazo, pero no resuelve el problema e incluso lo puede exacerbar. En partes de México, por ejemplo, la guerra contra las drogas elevó el nivel de violencia y lo ramificó a otras zonas. Cada país, a su vez, tiene su perfil delictivo. No son lo mismo las maras en El Salvador que el crimen organizado por narcotráfico que tenemos en Guatemala. Para cualquiera de los casos es cierto que la coerción y represión inmediata, efectiva y dura, es necesaria. Pero eso tiene que estar acompañado de una estrategia integral a más largo plazo.

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Uruguay regularizó la marihuana durante el gobierno de su “admirado” Mujica. Y la administración que comienza tiene en mente el avance en otras regulaciones bajo la premisa de que “el prohibicionismo fracasó”. ¿Es el momento de dar ese paso?

Es evidente que la guerra contra las drogas, como era entendida en los 90, no ha funcionado. Es necesaria una reflexión más profunda sobre el fenómeno de las drogas hoy, en parte porque en nuestras latitudes está habiendo un alto consumo de drogas con efectos increíblemente dañinos, como el fentanilo. Es un veneno del que tenemos que proteger a la población. Es un veneno que tiene por detrás precursores químicos, un crimen organizado. Si los países no combaten el narcotráfico, por decantación se acaba desprotegiendo a la población.

A usted se lo critica por no haber puesto el pie en el acelerador, cayó su aprobación y hay quienes le recriminan que viene del mundo intelectual y no político. ¿Qué lo frustra?

Tenemos un dicho: no es lo mismo verla venir que bailar con ella. Hay gente que tiene muchísima frustración por no haber tomado medidas muy activas para sacar al núcleo de corruptos que permanece en la Fiscalía General. Pero yo estoy tomando las medidas que pueden tomarse en un estado democrático. El día que tome medidas que van más allá de la ley, estaré erosionando el principio que quiero defender.

El día que tome medidas que van más allá de la ley, estaré erosionando el principio que quiero defender. El día que tome medidas que van más allá de la ley, estaré erosionando el principio que quiero defender.

Pero la gente demanda cambios ya…

Lo más importante para el desarrollo, para la justicia social y el bienestar es la sostenibilidad de los modelos. Quisiera tener una varita mágica para terminar con el hecho de que en mi país el 60% de la población vive debajo de la línea de pobreza. Pero no lo puedo hacer. No puedo eliminar el hambre, la informalidad y la pobreza en dos o tres años.

En Uruguay la pobreza está estancada en la última década cercana al 10%, pero el país pudo bajar a ese nivel viniendo de casi el 40% tras la crisis de 2002, ¿es un ejemplo a imitar?

Uruguay es un ejemplo en esa combinación entre democracia y justicia social. Uruguay ha alcanzado un considerable nivel de desarrollo humano. En varios indicadores tiene niveles europeos que lo distancian del resto de América Latina. Y efectivamente le tengo simpatía al modelo uruguayo.

Las políticas de Donald Trump no afectan tan directamente a Uruguay, pero sí a Guatemala. Sin ir muy lejos, hace un mes el secretario de Estado estadounidense Marco Rubio visitó Centroamérica y acordó con usted que Guatemala recibiera 40% más de migrantes de los que venía recibiendo. ¿Tiene chances de escaparle a esa presión?

Nosotros aceptamos un 40% de connacionales. No podemos determinar la política de Estados Unidos. Entendemos cuál viene siendo la situación y hemos desarrollado propuestas concretas de lo que nosotros podemos hacer. Nuestra responsabilidad es tratar de proteger a nuestros connacionales en Estados Unidos. Eso incluye la protección legal, buen funcionamiento consular, la mejora de la seguridad fronteriza. Y, sobre todo, aumentar hasta en un 40% las capacidades de recibir a nuestra gente. Lo que hemos hecho es acomodar al país para esa política que impulsa Estados Unidos.

No podemos determinar la política de Estados Unidos No podemos determinar la política de Estados Unidos

Fuente: https://www.elobservador.com.uy/nacional/bernardo-arevalo-presidente-guatemala-y-admirador-mujica-le-tengo-simpatia-al-modelo-uruguayo-n5987558

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