Lunes, 15 de diciembre
Locales

Las Liebres: una red de mujeres que teje abrigo, amor y dignidad para niños en cuidados paliativos

Escribe Robert Santurio

El pasado sábado 16 de agosto, el grupo nacional de voluntarias Las Liebres llegó a Rocha para realizar una entrega especial  de confecciones artesanales destinadas a acompañar y brindar contención a niños que reciben cuidados paliativos pediátricos y a sus familias, en un gesto que combina solidaridad, compromiso y amor. El grupo continúa su campaña de recolección de lana y tela polar, invitando a toda la comunidad a sumarse para sostener esta labor que, más que prendas, teje esperanza. Para sumarte ingresa a sus redes sociales @lasliebres.uy

En un rincón de Uruguay, donde el silencio suele cubrir los temas incómodos, un grupo de mujeres ha decidido romperlo a fuerza de hilo, aguja y compromiso. Se llaman Las Liebres, y no porque corran rápido, sino porque sus manos —infatigables— han tejido en apenas ocho meses más de 600 mantas, además de gorros, bufandas y pequeños zapatitos destinados a niños que atraviesan el delicado tramo de la vida marcado por los cuidados paliativos pediátricos.

La red está integrada por unas 200 voluntarias de todo el país, desde Montevideo hasta las pequeñas localidades costeras como La Paloma, en Rocha. Allí, mujeres locales han encontrado en esta tarea un propósito y un puente de solidaridad que traspasa las fronteras de su comunidad.

El trabajo se articula en coordinación con el equipo médico de Cuidados Paliativos del Hospital Pereira Rossell, liderado por la doctora Mercedes Bernadá, referente nacional en la materia. En un Uruguay donde no todos los departamentos cuentan con servicios de este tipo, su labor no solo cubre una necesidad material —abrigo— sino también una emocional, acompañando a familias que muchas veces transitan en soledad procesos de alto impacto emocional y físico.

De un dolor personal a un movimiento nacional

La historia comenzó en julio de 2023 con una docena de mujeres que confeccionaban muñecos artesanales en crochet. Gabriela Vega, una de las referentes, recuerda que todo se transformó tras la Navidad pasada, cuando decidieron organizar actividades para niños en cuidados paliativos. Fue entonces cuando descubrieron, al reunirse en el Pereira Rossell, que las necesidades iban mucho más allá de un juguete.

Para Vega, el impulso inicial tuvo un motor íntimo: su nieto Thiago, quien vivió 13 años bajo cuidados paliativos por una patología extremadamente rara. “Falleció hace tres años, y la doctora nos invitó a seguir ayudando. Nos dimos cuenta de que no solo acompañábamos a los niños, sino también a sus familias, al equipo médico… y, de alguna manera, a nosotras mismas”, confiesa.

Muchas de las voluntarias son mujeres solas y mayores, que han encontrado en el tejido una razón diaria para levantarse, un círculo donde dar y recibir cuidado.

Tejiendo más que mantas

La misión del grupo trasciende lo artesanal: cada manta es una declaración de dignidad. “Antes de una patología, siempre hay un niño”, repiten como mantra.

El nombre Las Liebres surgió de la rapidez con la que, desde enero, las manos se movían para cubrir urgencias. Pero lo que realmente corre es la red de afectos que han tejido en todo el país: divisiones en zonas, líderes locales, donaciones de lana y tela polar, y una organización que recuerda más a una ONG consolidada que a un grupo de voluntarias que financia la mayor parte de sus materiales de su propio bolsillo.

El contexto invisible

En Uruguay, los cuidados paliativos son un derecho desde 2008, según la Ley 18.335, que obliga a prestadores públicos y privados a garantizar el servicio. Sin embargo, la realidad muestra que el acceso no es uniforme: no todos los departamentos cuentan con unidades especializadas y las distancias geográficas agravan las inequidades.

El Día Mundial de los Cuidados Paliativos se conmemora cada 11 de octubre, pero para Las Liebres es una causa diaria. Y su mensaje es claro: los cuidados paliativos no son sinónimo de rendición, sino de humanidad; son un compromiso por aliviar el dolor, físico y emocional, de niños y familias que merecen vivir cada día con calidad y afecto.

En cada punto de lana que se enlaza, en cada trozo de polar que se cose, hay más que un gesto manual: hay una voz que se alza contra la indiferencia y recuerda que, incluso en los momentos más difíciles, el calor humano es la mejor medicina.

Para colaborar visita @lasliebres.uy

Foto del artículo : Teresa Sopeña/ Facebook 

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