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¿Quién se anima a desbancar al Frente?: Montevideo pide a gritos un poco de emoción

Es preciso haber cumplido unos 50 años para tener cierta conciencia de cómo era el gobierno de Montevideo en otras manos que no sean las del Frente Amplio. Treinta y cinco años pasaron desde aqu...

¿Quién se anima a desbancar al Frente?: Montevideo pide a gritos un poco de emoción

Es preciso haber cumplido unos 50 años para tener cierta conciencia de cómo era el gobierno de Montevideo en otras manos que no sean las del Frente Amplio. Treinta y cinco años pasaron desde aqu...

Es preciso haber cumplido unos 50 años para tener cierta conciencia de cómo era el gobierno de Montevideo en otras manos que no sean las del Frente Amplio. Treinta y cinco años pasaron desde aquel 1989 en el que Tabaré Vázquez abrió un ciclo de administraciones de la izquierda en la capital que parece no tener fin y que, en ocasiones, luce desproporcionado.

¿Ha sido tan efectivo el ciclo frenteamplista capitalino como para que merezca haberse extendido tanto en el tiempo? ¿O es que la oposición ha ejercido su rol con una inconsistencia y con propuestas alternativas tan inocuas que terminaron por darle la razón a la persistencia de la izquierda en el poder?

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Las respuestas no son sencillas aunque algunas parecen evidentes. Hay que recordar que el FA llegó al gobierno de Montevideo luego de una primera gestión postdictadura que cayó en manos del Partido Colorado y que estuvo signada por la mala suerte primero, y por la ineficacia después.

El candidato elegido en aquel 1984 fue Aquiles Lanza quien comenzó su administración con una fuerte impronta social, ejecutando, entre otras cosas, un plan alimentario de emergencia y la construcción de viviendas en las zonas más pobres. Pero Lanza murió imprevistamente a los 9 meses de asumido. Para peor, su primer suplente ya había fallecido meses antes. Asumió, entonces, el segundo suplente, Jorge Elizalde, a quien su propio partido obligó a renunciar después de que desaparecieran de la intendencia toneladas de azúcar que el jefe comunal atribuyó a un ataque furibundo de las hormigas. El mando lo asumió entonces por unos pocos meses el tercer suplente Julio Iglesias que poco pudo hacer para evitar el desastre.

Nunca sabremos que hubiera sucedido en los comicios de 1989 si no hubieran mediado aquellas muertes prematuras.

Pero lo cierto es que el plato quedó servido entonces para que la izquierda, que ya había desplazado al Partido Nacional del segundo lugar en Montevideo en las elecciones de 1971, empezara su largo reinado en el asfalto.

Primero llegó el socialista Vázquez y después renovaron el gobierno sin ninguna dificultad Mariano Arana (Vertiente Artiguista) –dos períodos- Ricardo Ehrlich (MPP), Ana Olivera (Partido Comunista), Daniel Martínez (Partido Socialista) y por último Carolina Cosse (Independiente).

Es decir, en siete elecciones los montevideanos acompañaron casi todo el espinel de las ideologías internas de la coalición de izquierda y le dieron la espalda a los candidatos presentados por la oposición ya fuera blanco, colorado, del Partido de la Gente o del Partido Independiente.

Desde los comicios de 2015, la oposición se presenta bajo un lema común para juntar votos entre varios postulantes, en tanto que la izquierda dejó de lado su postura histórica de presentar un candidato único y se pasó a las postulaciones múltiples. Así, con la izquierda como favorita en cada elección, los comicios montevideanos se han convertido en una elección interna del Frente Amplio en la que llega al palacio municipal el compañero que recoge más votos.

Para las próximas elecciones del 11 de mayo, el FA presentará las candidaturas del exministro de Economía, Mario Bergara (astorista), Salvador Schelotto (Vertiente Artiguista) y Verónica Piñeiro (tiene el apoyo del PCU y de Cosse). En las encuestas, Bergara aparece arriba de sus compañeros con sensible distancia. Y la suma de votos del FA supera a la tríada de los candidatos de la coalición opositora conformada por Martín Lema (Partido Nacional), quien le saca una gran diferencia a Virginia Cáceres (Partido Colorado) y Roque García (Cabildo Abierto).

Todas las encuestas le dan ventaja al Frente Amplio: Factum (49% a 36%), Cifra (48% a 41%), Opción (43% a 34%), Equipos (47% a 35%)

Es decir, hasta que se demuestre lo contrario, Bergara será el próximo intendente de Montevideo y la izquierda completará 40 años al frente de la IM.

Al mismo tiempo, las encuestas señalan que buena parte de los montevideanos está desconforme con la gestión del FA. Según Factum, por ejemplo, el 55% de los capitalinos la desaprueban. Es la misma encuestadora que le da a la izquierda una ventaja de 49% a 36%.

¿Con qué se come esta aparente contradicción? No es necesario ser un graduado en politología ni en sociología para entender que el Frente Amplio es, al menos en Montevideo, el más tradicional de los partidos. Es decir, el voto a la izquierda es hereditario. Los padres se lo legan a sus hijos y, aunque se entienda que una gestión del FA fue mala, ya vendrá otro frenteamplista a mejorarla.

20250408 Intendencia de Montevideo, IMM, fachada. Foto: Inés Guimaraens

El exvicepresidente Raúl Sendic se dio el lujo de afirmar que el Frente ganaría en Montevideo aunque postulara a una heladera como candidato.

Así, Bergara puede usar como lema de campaña “Un nuevo Montevideo” y su compañera Piñeiro cantar un jingle que dice “somos cambio”, como si los 35 años de gestión fueran un mero número.

Es difícil evaluar los aciertos y desaciertos cometidos en esos siete lustros. Es verdad que la ciudad luce hoy con infinidad de pozos a la vista, con veredas llenas de basura y calles escasamente iluminadas. La preocupación por la mugre callejera alcanza tanto a los sectores bajos como a los altos de la sociedad.

Sin embargo, los montevideanos se han negado a darle una chance a una oposición que tampoco le ha puesto demasiado cariño a las ganas por reconquistar la capital.

Mayormente el menú de candidatos opositores ha sido personificado por dirigentes de escaso carisma (Lucio Cáceres, Ricardo Rachetti, Carlos Cat, Ana Lía Piñeyrúa, Javier de Haedo, Álvaro Garcé, Mario Carminatti) y aquellos que hubieran podido labrarse un camino montevideano, eligieron dejar atrás sus apetencias locales y apuntar sin éxito a la presidencia de la República (Pedro Bordaberry, Laura Raffo o Edgardo Novick).

El candidato principal que ahora ofrece la oposición, Martín Lema, dice que sus ganas de ser intendente de Montevideo no son ocasionales y que si no gana el próximo 11 de mayo volverá a intentarlo en 2030.

Pero, más allá de sus aciertos y de sus errores, Lema se enfrenta a una sociedad negada al cambio y sin la curiosidad necesaria como para probar otra medicina ni otro veneno que no sea el del Frente Amplio.

Y eso que en las elecciones municipales no se ponen en juego asuntos importantes como los del salario, la pobreza, el empleo o la seguridad pública. Se trata de barrer, de ordenar el tránsito, de iluminar, de, en todo caso, bajar o subir los impuestos municipales.

Un cambio en el poder montevideano puede ser beneficioso para todos. Por un lado, obligará al Frente a mejorar, a no creerse que es capaz de triunfar con un electrodoméstico. Y si gana Lema, deberá cumplir una buena gestión porque, si no lo hace, es posible que la izquierda vuelva para asentarse por quien sabe cuántos años más.

O, por lo menos, no estaría mal que la izquierda se llevara un tatequieto: que Lema pierda pero que la oposición supere el 40% que obtuvo Raffo en la pasada elección. Y que Bergara sienta el aliento en la nuca.

Treinta y cinco años hace que el Frente Amplio está administrando Montevideo, la misma cantidad de años que tuvo que esperar para llegar al gobierno nacional desde que fue fundado en 1971.

Blancos y colorados compartieron el poder por más de 100 años hasta que la gente, en aquellas elecciones de 2004, decidió que era hora de probar otra cosa. Fue un hecho histórico que sopló aire fresco en los anquilosados pasillos del poder.

En Montevideo son otros los que piden una oportunidad de transformación. Como en 2004, hay que ver cuántos se atreven a experimentar el cambio.

Fuente: https://www.elobservador.com.uy/opinion/quien-se-anima-desbancar-al-frente-montevideo-pide-gritos-un-poco-emocion-n5994029

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