
¿Qué tan queer es el cine uruguayo? Una nueva película prueba que muy poco, y que además es "pacato" y está "castrado"
La piel, la forma en la que están filmados los cuerpos, las miradas de deseo, las texturas de una atmósfera que aumenta su carga erótica a medida que pasan los minutos. Todos estos elementos ade...
La piel, la forma en la que están filmados los cuerpos, las miradas de deseo, las texturas de una atmósfera que aumenta su carga erótica a medida que pasan los minutos. Todos estos elementos adelantan que una escena de ese tipo puede ser inminente, pero cuando finalmente sucede y la historia toma el camino explícito, igual sorprende. “¿De verdad es esta una película uruguaya?”, podría llegar a preguntarse algún espectador. “¿Esta escena de sexo oral entre dos hombres, en medio de un baño en donde otros tantos hombres tienen sexo, está pasando en el contexto del cine uruguayo?”. Lo cierto es que no debería haber sorpresas ante esta sorpresa, la verdad, porque lo que hace el director Sergio de León en su primera obra de ficción, Siempre vuelven, es novedoso para la cinematografía local: abrazar un relato queer arriesgado, que no teme cruzar las líneas de lo explícito en su abordaje de la sexualidad, y que obvia los tópicos más manidos de los relatos que tienen a personajes gays en el centro.
La película de De León, que se puede ver actualmente en cines uruguayos y está protagonizada por Bruce Pintos y el músico Juan Wauters, trae estos temas engarzados a una puesta en escena poética y en ocasiones onírica que sigue los pasos de Emilio, un chico que en medio de su despertar sexual ha perdido a su madre y hereda un palomar de palomas mensajeras del que debe hacerse cargo.
“No quería que la película fuera careta. Me parece que al ser el personaje un personaje gay, y al ser yo un director gay, no había que ir por un contenido y una forma hegemónica”, cuenta De León a El Observador desde Guadalajara, donde presentó su película en el marco del festival de cine que tiene lugar en esa ciudad mexicana, uno de los más grandes de la región. Siempre vuelven, además, opta este sábado por el premio de la sección Maguey, el galardón más importante en Latinoamérica para el cine LGBT+.
“Traté de ir a una disidencia formal. No quería una película hegemónica, ni desde el casting ni de la forma. Por ahí empecé a trabajar también esta idea de incluir algunas escenas explícitas”, cuenta.
La aparición de Siempre vuelven en las salas, además de ser el salto a la ficción de un director que ya probó su mirada en dos documentales anteriores —La intención del colibrí (2019) y Nieves florecida en astros (2022)—, ha hecho ruido y es una suerte de confirmación de lo poco que el cine nacional ha ahondado en la temática queer, pero también en lo pacato que es a la hora de mostrar la sexualidad de sus personajes.
Embed - SIEMPRE VUELVEN TRAILERDe León, quien asegura que para él los dos grandes temas existenciales son el sexo y la muerte, recuerda por ejemplo el impacto que le generó ver una escena de El dirigible (1994), de Pablo Dotta, donde el personaje de Laura Schneider se fotocopia sus partes íntimas.
“Cuando vi esa escena a los 24 años y estudiaba cine quedé totalmente impactado. Me persigue y siento que es la escena erótica y poética más potente que tiene el cine uruguayo. No ha sido superada la poesía y el erotismo que mostró”, asegura, y explica que escribió la escena de sexo que se cuenta al principio de esta nota pensando en esas imágenes.
“Pensé en escribir una escena explícita en la que un personaje que está teniendo sexo oral le dice al protagonista ‘lamento lo de tu mamá’, como una forma de representar un mundo donde la amistad y la camaradería está totalmente naturalizada con el hecho de coger. Y también porque en esa puesta en escena se podía condensar la idea del sexo y la muerte. El mundo gay es percibido muchas veces como oscuro y sórdido, sin embargo hay mucha nobleza de parte de los pares sexuales. Son amantes, pero también amigos, personas que tienen gran profundidad y los que te pueden consolar cuando se te muere tu madre”.
¿Qué tan queer es realmente el cine uruguayo?Si bien todavía lucha por lugares de mayor visibilidad, en 2025 el cine vinculado a personajes de géneros y orientaciones sexuales disidentes se ganó su lugar incluso dentro de la industria más mainstream. En ese sentido, son varias las películas internacionales que desde hace décadas vienen instalando personajes gays, bisexuales, transgénero o no binarios en el centro, y de hecho los relatos en torno a ellos han ido evolucionando y trascendiendo a historias que empiezan a quedar atrás, como las que tienen que ver con la "salida del clóset".
En los últimos años hay ejemplos premiados —desde Llámame por tu nombre a Retrato de una mujer en llamas—, joyitas indies —Tangerine, Shiva Baby—, comedias populares —La noche de las nerds o Bottoms—, historias de esta región —Una mujer fantástica— y hasta series exitosas en las principales plataformas de streaming—Hearstopper— que se encargan de perfilar estos universos a partir de formas novedosas, genuinas y sobre todo actualizadas a la época. ¿Y por casa? Bueno: en Uruguay todavía alcanza una mano para contarlas.
Una de las primeras producciones nacionales que incluyó a un personaje de este tipo fue Alma Mater (2005), de Álvaro Buela, que cruza a una cajera de supermercado, Roxana Blanco, con un carismático travesti que se suma a las señales que la protagonista ve y que ella considera como parte de la venida de un nuevo mesías.
Sin embargo, la que abordó directamente el tema y puso los conflictos de un personaje gay en el centro casi de forma inédita fue El cuarto de Leo, de Enrique Buchichio, que se estrenó en 2009. El retrato es el conocido: el protagonista reprime su sexualidad e intenta encontrar su lugar en el mundo en medio de sus debates internos.
El cuarto de Leo.jpgEl cuarto de Leo (2009)
La ficción luego salta casi directamente hasta Siempre vuelven, la película de Sergio de León, aunque en el registro documental hay otros esfuerzos. El propio De León se enfocó en 2019 en el duelo de un hombre, Juan, pareja del artista fallecido Ulises Beisso, en La intención del colibrí. Esa película ponía otra vez a la muerte y el deseo en la misma sintonía.
Antes de eso, fue el cineasta Aldo Garay el que trabajó varias veces sobre el mundo transgénero en películas como Yo, la más tremendo, El casamiento y El hombre nuevo. Su última producción, estrenada en 2023, fue Carmín, un documental sobre Sofía Saunier, una realizadora y activista trans que, de repente, se encuentra con que su mundo queda comprometido por una obra vial que rompe con su realidad y que la obliga a cambiar.
Consultado por El Observador, Garay consideró que la representación de las disidencias sexuales en el cine uruguayo es “marginal y casi inexistente”.
-ine5567-1-jpg..webp Aldo GarayInés Guimaraens“El cuarto de Leo, Alma Mater y ahora Siempre Vuelven en la ficción son las más representativas. Creo también que el cine uruguayo tampoco narra las historias de los más desposeídos. Es una cinematografía clasemediera y conservadora”, dice.
De León coincide en el punto de vista del director de Carmín, y agrega que para él el cine nacional, además de ofrecer una escasa representación de estos universos, está “castrado” y evita continuamente la exposición de la intimidad.
“Creo que va más allá del cine y tiene que ver con nuestra sociedad. La pregunta que me hago es más general. ¿Qué pasa en las artes plásticas, por ejemplo? Creo que el cuerpo y el desnudo quienes lo están trabajando mejor son la danza contemporánea y la literatura. Hay grandes exponentes, sobre todo mujeres en la poesía, que se han puesto a hablar más claro y fuerte sobre estas sexualidades. Pero por alguna razón, y no soy yo quien tiene la respuesta, como país nos gana lo pudoroso, nos gana la mirada burguesa o de clase media. Nos cuesta exponer la intimidad, y creo que tiene que ver con una cultura del pudor que lleva a que tengamos un cine castrado. Pero no solamente el cine está castrado, porque de nuevo, deberíamos preguntarnos qué pasa con las otras expresiones artísticas”, dice el cineasta detrás de Siempre vuelven.
La forma en la que ambos abordan los temas de sus personajes en sus películas, además, también va en sintonía con romper cierta mirada uruguaya que se perpetúa sobre las disidencias.
“A 25 años del siglo XXI no quería hacer una película de un personaje gay que no se anima a salir del clóset. No es un conflicto suyo ni de ningún otro personaje. Me parecía que podíamos tener una película con un protagonista gay donde su conflicto sea que se le murió la madre, que se tiene que hacer cargo de un palomar y que se enamora del amante de la madre y genera un triángulo casi incestuoso. Se trataba de pensar pensar a estos personajes gays en 2025”, dice De León, que agrega que si bien reconoce que buena parte de las historias queer bordean esa línea de lo reprimido que busca salir, a él no lo interpela desde el punto de vista artístico.
“Para mí es un tema viejo, porque yo salí del clóset hace muchos años, así que no me dan ganas de hacer una película sobre eso porque no me interpela, me queda lejos. No es algo que sienta como propio y al mismo tiempo siento que está sobrerrepresentado, y por eso la decisión de que este personaje tenga otros conflictos”, agrega.
Sergio De Leon.jpegSergio de León
Garay, en tanto, prefiere que en sus historias el foco esté en “personas comunes y anónimas edificantes, que no apelen a la épica pobrista ni a la épica martirológica”.
“Intento, y no sé si lo logro, aportar una acercamiento donde ética y estética se fundan orgánicamente. Busco cuestionar o interrogar ciertos tratamientos y asuntos de cómo el poder opera en nuestra sociedad. Ese tratamiento sutil, muy uruguayo de la subalternidad. Pero por otro lado, no es político en el sentido tradicional del término: no hay bajada de línea, no me interesa ideologizar a nadie”, dice.
Volviendo al asunto queer, queda relativamente claro que Uruguay tiene un cine eminentemente heterosexual y cisgénero con apenas algunas excepciones, pero que además también es pacato en sus expresiones más hegemónicas. En nuestras películas no abundan las escenas de sexo. Tampoco hay una mirada especialmente arriesgada sobre el deseo en términos generales. Siguen siendo contados los casos en que, como en el caso de la película de De León, el molde se rompe. ¿Y eso puede llegar a cambiar, o seguirá manteniéndose la tendencia? Tanto De León como Garay tienen ciertas esperanzas.
“Hay una cultura en los jóvenes de hoy que tiene que ver con la fiesta, con la música electrónica, y siento que ahí hay una esperanza para romper con ese pudor”, piensa el director de Siempre vuelven.
Garay, por su parte, cierra con un atisbo más de duda, pero deja abierta una pequeña rendija para que ingrese el aire fresco: “Uruguay es una penillanura levemente ondulada que ha modelado las pulsiones de varias generaciones. La película de Sergio, por los comentarios que ha generado y el énfasis o señalamiento que se han hecho de algunas escenas de la sexualidad gay, es justamente una demostración de que la sociedad uruguaya está lejos de plantarle cara a estos temas. No obstante, tengo la esperanza de que las nuevas generaciones sean menos pacatas.”