Generales Escuchar artículo

Pedro Pastor, el músico español que creó un disco en Uruguay: "Soy un investigador musical y todo lo que me avisa el corazón lo dejo brotar"

Escuchaba las letras de Eduardo Mateo en la voz de su padre cada vez que terminaba un concierto. Quien no lo baila al tungue le coco / Poquito a poco se vuelve loco. Una canción que lo acompañó ...

Pedro Pastor, el músico español que creó un disco en Uruguay: "Soy un investigador musical y todo lo que me avisa el corazón lo dejo brotar"

Escuchaba las letras de Eduardo Mateo en la voz de su padre cada vez que terminaba un concierto. Quien no lo baila al tungue le coco / Poquito a poco se vuelve loco. Una canción que lo acompañó ...

Escuchaba las letras de Eduardo Mateo en la voz de su padre cada vez que terminaba un concierto. Quien no lo baila al tungue le coco / Poquito a poco se vuelve loco. Una canción que lo acompañó también a él en sus primeros shows, por imitación o deseo, cuando tomó la decisión de dedicarse a la música. Fíjate tú la vida, eh.

“Yo nací un ser musical y no me hizo falta virar el timón”, dice desde una habitación en Bogotá a El Observador. Esa ciudad que le dio vuelta la vida a los 20 años y donde fue “latinoamericanizado de golpe”. Como un bautismo cultural, se hundió en las aguas de un continente con el que acompasó su pulso de artista.

Pedro Pastor, hijo del célebre cantautor Luis Pastor y la cantante Lourdes Guerra –sobrina de Pedro Guerra– tuvo claro desde muy joven que dedicaría su vida a hacer canciones como un artesano. Se define como un “investigador musical”. Y es, quizás, un caminante que ha ido cosechando a su público a lo largo de un viaje cultural, político y musical por América Latina.

Un camino que lo trajo una vez más a Uruguay, donde siguió la costa de arena hasta llegar a las aguas oceánicas y dejó canciones. Escorpiano, su último disco de estudio, fue creado en gran medida en la ruta costera de este país que lo pintó de candombe y mística murguera. Canciones como Sapiens, una crítica sobre la sociedad contemporánea que escribió entre los grandes edificios de Punta del Este.

Creyéndose más fuerte que nadieSabiéndose más rico que el oroPensándose ajeno a la muerteCavando así su propio foso

Ahora todo vuelve al comienzo. Un viaje de regreso. Este 23 de abril Pedro Pastor regresa a Uruguay, donde terminará el Escorpiano Tour en la Sala del Museo, tras de un recorrido por ocho países con la incorporación –por primera vez en 10 años– de nuevos músicos entre Los Locos Descalzos como la bajista Julieta Taramasso.

Embed

Antes, un resumen de la charla con El Observador sobre su nuevo disco, sus influencias, la canción política y la virtud poética del público uruguayo.

Escorpiano surge de un proceso creativo que atravesó Latinoamérica. Un disco que de alguna forma suena también como un diario de viaje, de sonoridades y de experiencias. ¿Cómo fue ese viaje para vos?

Un viaje increíble. Tuvimos la suerte de que nos permitimos estar muchos meses recibiendo muchos estímulos, mucha información, que es lo que despierta la creatividad. Dilatar ese viaje y permitirse estar en los territorios más tiempo, con calma, hace que haya hueco para coger la guitarra y que esas cosas que han estado rondándome salgan solas. Se compone con muchas facilidad en un viaje así. Hay muchas cosas que decir, músicas que me están inspirando, nuevos ritmos, nuevas palabras.

La mayoría del disco lo compuse allí en Uruguay. Cinco canciones del disco nuevo están hechas en Uruguay. En Punta del Diablo estuve unos días, me encantó, pude componer. Estuve muchos días en Cabo Polonio. No hay mucho más que hacer en el Polonio, quiero decir, es un lugar perfecto para hacer canciones. No hay dónde esconderse. Es un pedazo de lugar para hacer canciones en un ranchito. Fui a Punta del Este, hice Sapiens. No dejado en muy buen lugar a Punta del Este, pero a mí me llamó mucho la atención cómo de repente en un país en el que el territorio se respeta bastante y la costa está tan cuidadita, ese lugar ahí megalómano y tan gentrificado me sorprendió mucho. Me llamó mucho la atención de repente todos esos centros comerciales, esas tiendas de lujo y esos edificios altísimos. Qué curioso, que en un país como Uruguay también exista esto.

La influencia uruguaya también se ve reflejada en el sonido del disco. Nada nunca es suficiente se ve influido desde el candombe hasta la murga. ¿Cómo es el proceso para incorporar a tu música sonidos tan característicos de un país?

Torpe. El candombe es muy difícil para alguien que no está familiarizado con él. Dentro de los folclores que he ido estudiando a lo largo de estos años ha sido uno de los que más me ha costado. A mí y a toda la banda. Así que ha sido muy torpe. Esa canción la hice en el Polonio, primero era un bolero hasta que dije tengo que hacer un candombe. Empecé a tocarlo simplemente imitando la clave con la guitarra pa-pa-pa pa-pa y sonaba muy torpe. Luego conocí a Andy Barreiro en Cabo Polonio tocando Mapa tesoro de Nicolás Ibarburu. Le dije "¿me puedes mandar un video?". Andy todo majo me explicó "esto es la base, le vamos a meter esto, vamos a implementar este otro tambor pero con la guitarra". Ahí estuve estudiando eso en Punta del Este, estuve estudiándolo muy torpe y luego cuando ya empecé a cogerle más forma pensé "bueno quiero hacer algo más genuino" y vi que había un curso de Ibarburu de candombe para guitarra y me apunté. Estuve ahí estudiando y de ahí saqué el patrón definitivo que queda en la canción. Escuchando candombes tradicionales, pues intentamos de alguna manera establecer todo el sonido, siempre llevándolo a nuestro terreno, porque nosotros no queremos copiar. Es absurdo querer tocar un folclore de otro lugar, porque hay gente que lo lleva tocando décadas y lo vas a tocar siempre muchísimo peor.

Embed - Pedro Pastor y Los Locos Descalzos - Nada nunca es suficiente

Lo interesante de esta investigación musical que nosotros hacemos es tratar de traducir ese lenguaje musical al nuestro. También a nuestra instrumentación, a nuestra tímbrica. Nosotros somos un cuarteto, tocamos lo que tocamos. Hay una batería, hay un bajo, hay dos guitarras. Eso lo vamos a defender. Si tocamos un merengue dominicano lo vamos a tocar así. no hay güiro, no hay congas. Si tocamos un candombe, no hay cuerda de tambores. La gracia es esa. Todo el mundo hace candombe con cuerda de tambores porque es su propia música y lo llevan tocando desde niños. ¿Para qué vamos a meternos en ese jardín a hacerlo mal? Hacemos aires de, yo lo llamo aires de.

Hay un aire de murga también.

Se nos ocurrieron esos coros murgueros con muchas voces y grabamos muchas pistas. Grabamos el disco en vivo, nos metimos a grabar pistas de voces pensando como si fuéramos una murga y salió así naturalmente. Tenía esa melodía que era murguera y le cabía un larai laira laira. Nosotros que hemos escuchado a Jaime Roos mucho, pues Jaime lo hace. Entonces larai laira laira pa'lante, ¿sabes? (risas).

Fotos (143).JPG

¿Cómo llega un artista español a beber de la música latinoamericana y adaptar sus tradiciones a su propio sonido? ¿De dónde surge esa inquietud?

Yo también me lo pregunto, te digo. Soy un adulto precoz. A los 17 años me fui de casa, empecé a vivir de la música, tocaba por todas partes, hacía mis giras solo con la guitarra. Yo había tomado la decisión de que iba a vivir de la música. Me daba igual el precio, renuncié a la universidad y dije "ya está, ando por el mundo". Con 20 años surgió una posibilidad de ir a tocar a Estados Unidos, a Nueva York. Hubo una brigada de 3.000 estadounidenses que lucharon en la Guerra Civil española por el bando republicano, uno de los supervivientes había formado una fundación y le daban un premio de la Asociación de la Memoria Histórica Española. Y me convocaron para cantar. A mí Estados Unidos no me interesa y menos en ese momento con 20 años, pensé seguro que es más barato viajar desde Estados Unidos a América. Entonces me metí en las estadísticas de YouTube de mi canal, vi cuál era el país que más se me escuchaba y era Colombia. Y ya está. Esa era toda la información que yo tenía: un billete, dos meses y medio de ida y vuelta a Nueva York y un país, Colombia. Estuve una semana en Nueva York y estuve dos meses en Colombia. Coincidí con Muerdo una etapa de la gira, la primera que estaba allí, hicimos un concierto juntos, y luego ya me quedé solo. Algo se transformó en mi vida. Siempre había vivido en una ciudad pequeña de 80.000 habitantes. Para una persona que siempre estuvo en ese entorno, llegar a Colombia con 20 años te cambia la vida. Inevitablemente.

Si conectas con la pulsión de este continente, porque este continente tiene una pulsión muy extrema –para lo bueno y para lo malo–, si conectas con ese latido, ya está: te latinoamericanizaste de golpe. Es imposible no caer en la tentación de querer estar acá y recorrer esto, conocer y descubrir. Desde entonces ha sucedido naturalmente que en cada lugar al que llego, escucho la música. No he hecho un candombe hasta ahora porque no he estado en el Uruguay con profundidad hasta ahora. Ahora que he estado recorriendo toda la costa y he tenido tiempo ahí, me he enamorado del candombe. Entonces ahí es cuando he hecho el candombe. Yo conozco el candombe desde que tengo uso de razón porque en mi casa mis viejos escuchaban al Negro Rada en España. Yo lo conozco, pero da igual, yo no puedo forzar un candombe. Yo tengo que vivir el candombe y decir, "ah, ahora me copa esto". Después de un mes escuchando a los uruguayos tocar cualquier tipo de género del mundo candombizado, los uruguayos les pasa eso: tocan cualquier cosa con aires de candombe. Después de eso hay una necesidad. Esto me llama la atención, me pica el gusanillo, lo quiero hacer. Y desde ahí es como siempre me surge a mí la necesidad de investigar las músicas, no desde casa sino desde el propio territorio.

Venís de una familia de artistas. ¿Cómo fue para ti encontrar tu propio camino?

Yo nací un ser musical y no me hizo falta virar el timón. Yo me acuerdo que mi abuela me vino a ver una vez a Tenerife tocar y me dijo "te pareces demasiado a tu padre". Y yo con los años lo entendí. Mi papá cantaba siempre para terminar El Tungue Lé. Fíjate tú la vida, eh. Y yo cuando empecé a dar conciertos cantaba al final El Tungue Lé. Naturalmente hay una repetición. Cuando uno es adolescente, repite las cosas que ve y yo tuve unos maestros espectaculares, mis padres. Repetí lo que ellos hacían pero encontré mi camino rapidísimo. Con 13 años escuchaba rap, era antagónico a la música de mis padres y yo hacía raps cuando era adolescente, aparte de cantar El Tungue Lé. Naturalmente mi padre me saca 42 años. ¿Cómo no voy a encontrar mi camino? Es un mundo totalmente distinto. Mi papá empezó a cantar en una dictadura, fue señalado y fue perseguido, tenemos suerte de que nos acompañe aún hoy, le fueron a buscar a la casa y no lo encontraron. Nació en una aldea, eran cinco hermanos, con 9 años era un niño trabajador, eran pobres; yo nací en una casa donde había comida en el plato. Es un contexto tan distinto. Yo tengo una herencia y tengo que ser consciente, recogerla, es importante ser agradecido con la casa donde uno nace. Pero yo he nacido en otro mundo.

Embed - Pedro Pastor y Los Locos Descalzos - Mi luz, mi voz, mi aliada

En ese camino has cantado desde el folk hasta hip hop, rock, hablamos de la influencia de los ritmos latinoamericanos. ¿Cómo vos describirías tu sonido?

Ecléctico. Un poco indescriptible. Cuando te montas en los taxis a los taxistas les gusta mucho hablar y a nosotros también. Entonces, siempre estamos ahí charlando y en algún momento surge la conversación. "¿Qué hacen acá? Estamos trabajando, somos una banda. ¿Y qué música hacen?" No sé responder. Si alguien algún día sabe la música que yo hago, por favor que me lo diga porque me va a quitar una conversación incómoda de encima. No sé qué responder. Yo les digo: música de autor, como trova pero mezclada con géneros latinoamericanos, mucho folclor, música de baile. Ni idea. Porque no tengo un estilo definido musicalmente. La realidad es que soy un investigador musical y todo lo que me avisa el corazón lo dejo brotar. Entonces, musicalmente sucede todo. Eclecticismo... supongo.

El constante en tu música es el componente social y político. ¿De dónde surge para vos ese compromiso?

Esa es una herencia que no puedo negar. Mi papá fue un personaje muy importante de la canción antifranquista en España cuando aún vivíamos en la dictadura y mi mamá también es una persona políticamente muy sensible. Tengo mucha suerte, porque creo que es un don la sensibilidad política. Creo que es un don tener ciertos valores que se infundan desde esa tradición política que tienen que ver con la otra persona, tienen que ver con la colectividad, con el altruismo, con la solidaridad, con la generosidad. Me siento muy agradecido de que eso se me haya educado en mi casa y no en el individualismo, porque lo odio, no lo soporto. Yo no entiendo cómo duerme tranquila la gente que sólo piensa en sí misma. Se pierden una parte hermosísima de la vida y ya no te hablo sólo de las luchas y las reivindicaciones políticas, te hablo de la cotidianidad, de lo hermoso que es compartir nuestra vida. De lo hermoso que darle el plato que tú tienes a tu compadre, a tu vecino, y comérselo juntos. Eso es mucho más rico que comerte el plato tú y mirar cómo tu vecino pasa hambre. A mí me cuesta muchas veces entender ciertos funcionamientos. Es un poco iluso esto que estoy diciendo, pero es real. Me cuesta entender, porque yo vengo de un lugar en el que la vida se entiende verdaderamente como algo muy colectivo. Me cuesta mucho entender a la gente que no tiene ese don de la colectividad.

concierto (138).jpg

¿Crees que los artistas tienen la responsabilidad de posicionarse políticamente o sobre una causa social?

Escúchate a ti misma, mira lo que quieres hacer y lo que quieres dejar en este mundo. Ya está. Como cantante y como persona humana. Yo personalmente tengo clarísimo que como artista me he posicionado he de posicionar políticamente. Es una responsabilidad civil. Todos los seres humanos tenemos esa responsabilidad, entonces yo personalmente creo que lo tengo que hacer. Lo que haga mengano me da igual.

¿Y qué es lo que tú querés dejar en el mundo?

Lo que estoy dejando es que cumplo mis sueños con demasiada frecuencia. Es hasta peligroso cumplir tantos sueños. Yo he vivido mi vida como me ha dado la gana. Tengo 30 años y llevo 13 años recorriendo el planeta, cantando. Yo no puedo pedirle más a esta vida, ¿sabes? De verdad, no le puedo pedir mucho más. Tengo vínculos hermosos con gente preciosa en muchos lugares del planeta. He podido conocer cosmovisiones distintas a las mías y eso me ha abierto la mente y me ha quitado muchos prejuicios de la mochila. Tengo muchísimas cosas que aprender aún, por supuesto. Con 16 pensaba que con 30 iba a ser un capo, me di cuenta que era más capo con 20 que con 30. Ahora me pesa más la mochila que hace 10 años, antes era más libre. Naturalmente estoy dejando una obra artística, que ya es un montón: canciones, palabras, reflexiones poéticas, reflexiones filosóficas, reflexiones políticas, reflexiones amorosas y vinculativas. Estoy dejando eso. Cuando me muera eso ya va a estar. Y además creo que la huella humana y humanista que nos ha acompañado a lo largo de estas giras es muy grande, hemos tocado el corazón de mucha gente y mucha gente ha tocado nuestro corazón. Eso, además de ser invaluable, es indeleble. Ya estuvimos en esos territorios, ya conectamos con mucha gente, ya nos emocionamos cantando, ya descubrimos un montón de aspectos de la vida que mucha gente no ha tenido privilegio de conocer. Fíjate que es temprano, pero me puedo dar por satisfecho.

¿Cómo sentís que es tu vínculo con tu público de Uruguay?

Hermoso. La gente defiende mucho al público argentino, mundialmente. A mí me gusta mucho el público argentino porque es muy agitador pero hay algo que tiene el público uruguayo y es que no sólo es agitador sino que escucha mucho. Hay mucha cultura poética. Uruguay es un país poético, tiene grandísimos literatos, la música uruguaya está absolutamente atravesada por la palabra. Los grandes referentes de la canción uruguaya son tremendos poetas: (Fernando) Cabrera, (Eduardo) Mateo, El Príncipe, Jaime. Tremenda poesía, letras complejas, universos muy complejos. Carnaval, donde la palabra es lo fundamental y es el motor de la murga. El público uruguayo tiene esa sensibilidad de escuchar muy presente. También creo que el vehículo de la palabra que es mi obra, para mí es importante. Entonces, a mí me gusta mucho el público uruguayo. Además siento que también son las características de un país chiquito: las redes son muy fuertes. Es cierto que Uruguay es muy agradecido. Es un país más difícil para empezar que cualquier otro mucho más grande donde es mucho más sencillo que te escuche más gente, pero cuando rompes esa barrera es muy agradecido porque se traslada y se transmite mucho, se difunde mucho el mensaje. Entonces, yo siento que Uruguay nos tiene mucha estima. Yo, por lo menos, es lo que percibo. Y nosotros se la tenemos también a Uruguay. Siempre digo que es mi segundo país favorito. El primero es Colombia, yo no vendo humo y este país me atraviesa, me parte en dos, y mi segundo país favorito es el Uruguay donde he vivido cosas preciosas, donde han nacido muchas canciones y donde cada vez que vamos a cantar estalla.

Fuente: https://www.elobservador.com.uy/cultura-y-espectaculos/pedro-pastor-el-musico-espanol-que-creo-un-disco-uruguay-soy-un-investigador-musical-y-todo-lo-que-me-avisa-el-corazon-lo-dejo-brotar-n5994685

Comentarios

¡Sin comentarios aún!

Se el primero en comentar este artículo.
Volver arriba