Pablo Stoll y el sueño del zombie propio: "Hace trece años no se me hubiese permitido tan fácilmente hacer una película como esta"
El chispazo que despierta la vocación puede llegar de cualquier parte, incluso de una película donde cadáveres andantes mastican las vísceras de víctimas indefensas. Después, esa vocación te...
El chispazo que despierta la vocación puede llegar de cualquier parte, incluso de una película donde cadáveres andantes mastican las vísceras de víctimas indefensas. Después, esa vocación te puede llevar por caminos muy distantes, pero el primer despunte no se olvida. El director y guionista Pablo Stoll tardó trece años pero lo logró desenterrarlo. El tema del verano, su propia versión de los muertos vivos que le sacaron el sueño y lo llenaron de ilusiones al ver una película italiana de zombies en VHS a los once años, está finalmente en los cines uruguayos.
Después de una década en la que su nombre se ató más al mundo de las series —filmó dos: Todos detrás de Momo, en Uruguay, y Ruido capital, en Colombia junto con Ana Katz—, Stoll tuvo en el último año dos mojones que ataron sus primeros años en el cine con los actuales. Primero, una celebración el pasado agosto de los 20 años de Whisky, una película icónica que lo consagró como puntal del incipiente del llamado nuevo cine uruguayo de principios de los 2000. Pocos meses después, llega la concreción de este sueño de larga data con una película de terror que aquellos que miren su filmografía sin demasiada atención entenderán como extraña, quizás desubicada, pero que está estrechamente vinculada con la educación sentimental y el corazón de un cineasta que, desde el público, ha cultivado un amor genuino por el horror y sus derivados.
El tema del verano planta la idea de lo que sucedería si una pandemia de muertos vivos alcanzara las costas de José Ignacio. Para eso juega con los códigos propios de las películas de este tipo de monstruos y los moldea a su antojo. Además, los pone en escena como parte de una historia que sigue a tres mujeres argentinas que se dedican a seducir y robar a millonarios del este uruguayo, y que de repente se verán cara a cara con muertos no tan muertos. La película es un festival de sangre, humor, guiños a la idiosincrasia uruguaya, a la pandemia y a lo que implica que, de repente, nos dejemos de morir.
Sobre ella, sobre el tiempo que pasó haciéndola y, claro, sobre su fascinación con los zombies, Stoll se sentó a conversar un rato largo con El Observador.
¿Qué peso tienen estos 13 años que pasaron entre el estreno de 3 y El tema del verano?
Pensé en eso durante mucho tiempo, ahora mismo no. Me rescata el hecho de que hice cosas en ese tiempo, pero sobre todo que tuve a mis hijos, que me cambiaron mucho la vida. Las conclusiones que saco al respecto de estos 13 años son varias. Primero, que no soy un productor. Puedo ser un productor asociado, como fui en Control Z, pero no puedo encarar un excel ni lo que implica la burocracia del cine. El networking no me sale. Con esta película me di cuenta de que no es posible. Yo fui el productor de la película, y lo estoy viviendo ahora. Hubo otros productores, claro, pero si hubiera tenido un productor asociado principal la película se podría haber terminado antes. Eso me reafirma en mi laburo como director y escritor. Mi oficio y vocación es ese. Por otro lado, en estos 13 años la película cambió un montón y para bien, creo. Es mucho más concreta y condensa mejor lo que quería decir; en las otras versiones estaba más diluido. Ahora está concentrado con menos sutileza, pero siento que gana en impacto. Además, en estos 13 años aprendí a filmar, a filmar con efectos, aprendí a montar, vi muchas cosas. Todo es terreno ganado para la película.
Embed - El Tema del Verano | Tráiler Oficial | Estreno en Uruguay el 30 de eneroHablando de terreno, ¿es muy diferente el terreno del cine uruguayo al que llega esta película, que el que había cuando estrenaste la anterior?
En estos años el mundo del cine cambió completamente. Hace un tiempo me reuní con Gabriel Massa (distribuidor de Buencine) por el estreno y le pregunté: “¿qué es un estreno hoy?” Realmente no lo sé. Pasaron diez años y no lo sé. Con El tema del verano fuimos con un estreno bastante clásico, con festivales, preestreno y ahora a salas, pero también podría haberse lanzado un día puntual en una plataforma y listo. O pasar dos semanas de cine y luego automáticamente a plataformas. Hoy no tenemos arreglo con ninguna, pero es lo que estamos buscando. Pero sí: cambió mucho la forma en la que la película llega a la gente, cambió el consumo, cambió la forma en la que hacés conocer que la película existe. Eso es todo muy raro. Por supuesto que ya lo veía viendo porque vivo en el mismo mundo, pero estar frente a eso es raro. Y después, sobre la recepción del cine uruguayo en particular, creo que hubo un valle muy grande en estos años de películas que pasaron casi por debajo el radar, por más que les fuera muy bien en el exterior. Las olas es una película hermosa y pasó bajo el radar. Los tiburones ganó un premio re importante en Sundance y no la vio ni el loro. Y desde hace unos años a esta parte, creo que desde la pandemia para acá, hay una especie de rebooteo del cine uruguayo.
¿Una reapreciación?
De alguna forma, que haya una industria funcionando le da una validación al hecho cinematográfico general en Uruguay que antes no existía. Ahora, como la gente labura de esto —que en realidad no es que labure de esto, pero sí de cosas similares—, entonces está bien que se hagan películas. Puede ser una boludez, pero es algo que estoy notando en la calle, en la gente con la que me cruzo. También hay muchos malentendidos. Te dicen: "ah, entonces esta es como La sociedad de la nieve". Y no tienen nada que ver, pero cambió el imaginario en torno al cine que se hace acá. De hecho, la celebración de los veinte años de Whisky nos dio una perspectiva distinta. Cuando esa película salió nos re putearon, estaba todo bien por un lado, pero todo mal por el otro; hoy solo sobrevive la parte buena y creo que tiene que ver con esto que te digo. Tengo la sensación de que, si bien sigue habiendo un montón de prejuicios, son más propios de la gente de mi generación que de los más jóvenes. De repente ellos no van a ver las películas, pero el prejuicio no lo tienen. Hoy podés ver el cine que quieras, podés dedicar tu vida a ver exclusivamente cine noruego hecho por blackmetaleros, y está todo bien.
¿Es un momento donde una película como esta se recibe de forma más abierta, entonces?
Puede ser. Cuando estrenamos 3 igual fue el momento en que surgió La casa muda, inmediatamente vino Fede Álvarez con Ataque de pánico y su despegue, así que ya había cosas así. Fue un momento de quiebre. Pero a mí no se me hubiese permitido tan fácilmente hacer una película como esta, más allá de que empecé a querer hacerla en ese momento. Me hubieran pegado mucho más.
ETDV 1.jpgEn ese sentido, ¿sentís que puede haber una sorpresa en cómo recibe El tema del verano alguien que asocia el nombre de Pablo Stoll a películas muy distantes en sus códigos como 25 Watts o Whisky?
Con productores y con gente vinculada a los fondos me pasó de encontrarme con preguntas como "¿y vos por qué querés filmar esto si no sabés?". Con otras personas no tanto. Supongo que también debe haber pasado, pero no me entero. A mí no me lo dicen. Supongo que sucede y la verdad me chupa un huevo. De mi lado está todo bien. Me gustaría que hubiera más películas que estuvieran buenas, en general, no solo de un género u otro. Pero esa sorpresa me pasó más del lado de los productores. Tuve muchas reuniones y muy pocos entendían que hubiera un director que quisiera ir de un lado hacia el otro, pero es un tema de cómo marketinear las cosas, de saber qué estante o casillero ponerte. Pero no me pesó nunca. No pensaba "esto Kaurismaki no lo haría". Yo tenía muchas ganas e ilusión de filmar esto.
Tener un intestino para que una actriz enrosque su brazo en él y tire, por ejemplo.
Tenía muchas ganas de probar esas cosas, aprender a hacerlas y lo disfruté. De repente a lo que más nos costó llegar fue a un tono, pero eso me pasó siempre en todas las películas. Encontrar lo que queríamos contar, hacerlo de la forma que más queríamos, y a la vez no perder el tono en el que estábamos, incluso por encima del género. Ese tono me parece que está en todas mis películas, todas tienen algo de comedia de fondo. Creo que ahí es donde está mi pobre impronta: ver las cosas de forma medio absurda y reírse de eso. En este caso, a mi favor tenía un género muy codificado. Podía jugar con ese código para parodiarlo, forzarlo, aceptar sus reglas, romperlas. El género tiene parámetros muy claros y te permite jugar. Y con eso, trabajar ese tono de comedia absurda, que es el lugar en el que me siento más cómodo.
¿Dónde se encuentran la comedia y el terror? Son dos géneros que históricamente se han llevado bien, pese a que podría pensarse lo contrario.
Creo que se trata de pensar en la muerte como el chiste supremo, el último chiste. Reírse un poco de la muerte. Y no hablo del humor de velorio. Después, hay una corriente del consumo de las películas de terror que tiene que ver con el consumo irónico, donde hay un punto en que eso tan trucho empieza a ser autoconsciente, así que nos reímos de lo que otros hacían mal, haciéndolo mal a propósito. Y en ese momento estás generando un chiste con los elementos del terror. No sé cuál será la génesis de ese punto de conexión, pero El regreso de los muertos vivos de Dan O' Bannon le sacó todo lo solemne o dramático que tenían los primeros zombies de George Romero y le agrega un tono punky delirante ochentero.
ETDV 2.jpgO lo que hace Sam Raimi con las secuelas de Posesión infernal.
Un diálogo que se dio mucho en el rodaje fue "es una de zombies", en el sentido de que había cosas que no teníamos que justificar mucho. Eso te va llevando a pensar hasta cuándo seguís los códigos y cuando empezás a cagarte de risa. La comedia, además, también está muy codificada. Y en el slasher hay una búsqueda del humor. Al final, creo que el humor hace al terror más fácil de ver, pero es más jodido. En un momento te das cuenta de que te estás cagando de risa, pero en el mundo de la ficción están matando a alguien a cuchillazos. El terror que plantea que debajo de sus capas más obvias hay cosas para pensar y reflexionar, y de repente en otras películas que proponen esa reflexión como primera capa debajo no tienen nada. El género, en general, no funciona tanto como un francotirador que dice algo, sino como una granada de fragmentación que explota y alcanza muchas cosas. Tal vez no con toda la profundidad, pero están empaquetadas para que te la deglutas como entretenimiento boludo y capaz no lo es tanto.
¿Cuál fue el primer zombie de tu vida?
Lo he contado porque siempre lo tuve presente en mi vida: un amigo de la escuela había vuelto de Miami con un reproductor VHS, así que fuimos al videoclub a sacar dos películas. Una de ellas era una película de zombies que se llamaba Virus o El infierno de los zombies, de Bruno Mattei. Una película muy italiana, hablada en inglés, filmada en las Filipinas, muy exploitation, con unas muertes muy zarpadas, zombies bastante aterradores e imágenes que se supone que son documentos antropológicos reales de caníbales que, en realidad, son muy truchas. Pero a los once años me resultó aterradora. Me cagué y me encantó. Quedé muy colgado. A mí el VHS me llegó bastante después, así que tenía que tratar de encontrar alguna de zombies en la tele, donde no había mucho. Lo que no recuerdo es ir al cine a ver una de zombies. Creo que la única que vi allí fue The night of living dead (1968) de Romero en Cinemateca hace años, pero ya la había visto en video tres veces. Mi relación con los zombies tiene que ver con el VHS. Llegué a la de Romero bastante después que a todas estas italianas exploitation muy jodidas.
¿The night of the living dead es la mejor película de zombies?
No sé. Es muy buena. Sigue siendo muy buena. Es muy clásica, es una película de encierro, en realidad. Se parece a un montón de películas de encierro de otros géneros. Y lo que tiene es una vuelta de tuerca brutal y un final espectacular. A mí me gusta mucho también Dawn of the dead (1978), me parece muy linda, muy fina.
image.png¿Cómo te llevás con el zombie que corre?
Me embola.
Estuvo muy de moda en su momento.
Sí, el zombie rabioso.
No te gusta.
Me gusta el lento.
Que parece fácil de evadir, pero que si te agarra la horda...
Que la horda te gane me parece una cosa muy humana. El zombie rápido es una ruptura del monstruo que tiene que ver con unos tiempos que estábamos viviendo en el momento, que se sumaba al montaje y otros aspectos. 28 días después (Danny Boyle, 2002) está bien, pero aunque tiene esa cosa del zombie rápido que me embola, lo peor es que la filmaron en Hi8 y se ve horrible. ¿Gastaste millones de dólares para vaciar Londres y filmaste con una cámara de mierda? Sos un tarado. Esa película me molesta mucho.
Lo que sí pasó con el zombie en estos tiempos es que quedó afuera de este nuevo “terror elevado” más arty que está de moda.
Ah, el terror donde no nos cagamos.
Pusieron a los muertos vivos en un corral y les dijeron "ustedes no vienen para este lado".
No. Tal vez la más parecida a eso es It follows (David Robert Mitchell, 2014), que me gusta mucho, que tiene esa cosa que te viene persiguiendo sin parar. No es un zombie pero tiene ciertas características porque viene despacito. Pero es algo completamente distinto. Lo que pasa es que el zombie no entra en el panteón de los monstruos clásicos, entonces sus derivaciones siempre han sido dentro del under del terror. El vampiro siempre tuvo una cosa como de fineza, de sexo...
El vampiro es más elitista.
Las películas de vampiros con vuelta de tuerca del género siempre van para ese lado. Tal vez la más áspera es Near Dark, de Kathryn Bigelow (1987).
Tal vez el zombie repele esa categorización por ser la cara más repulsiva y efectista de la idea de la muerte.
Sí, claro. Es un cadáver.
Hace poco se estrenó una película noruega que juega con ideas vinculadas a este cine “elevado”: Handling the undead. Es buena.
Esa película es parecida a una serie francesa muy exitosa que se llama Les revenants, que juega con la idea del muerto que vuelve a su vida anterior. Pero todas están en el límite de lo arty. Son europeas, no usan las convenciones clásicas del subgénero, pero ahí están los zombies.
George Romero usó a sus primeros zombies para hablar del racismo, luego los hizo hablar del consumismo y la explosión del capitalismo, ¿de qué están hablando tus zombies?
Creo que hablan de amor. En estos tres días la película se pasó, la vieron amigos, gente que hace tiempo sabían que yo estaba con ella y la estaban esperando, y una amiga me dijo que sentía que era una película donde los que se salvan son los que se enamoran. Pero a la vez, no se enamoran tanto, y el amor entra con la muerte. O sea: en lugar de que el amor es más fuerte que la muerte, dice algo así como que el amor es la muerte. Ponele. Y después al tener la película tan cruzada por el mundo de la pandemia habla de otras cosas, plantea algunos chistes de cosas coyunturales de hace algunos años que ahora vistos con un poco de distancia creo que dan un poco más de gracia y remarcan el absurdo. Lo de los zombis es absurdo, pero lo otro pasó de verdad, así que hay como un diálogo entre el absurdo real y el irreal, que en un punto se mezclan. También siento que tiene algo en torno a la idea de ver un fenómeno y rápidamente sacar conclusiones al respecto. Hoy pasa mucho. En la película esa pregunta inmediata aparece: ¿son muertos, son vivos, son el hombre nuevo? En eso la pandemia pasó. Decían que iba a cambiar la civilización, y bueno, capaz nos apuramos. Capaz era solo una enfermedad que pasó.
Con los zombies ajustaste cuentas. Ahora, ¿a qué monstruo tenés pendiente enfrentarte?
Tengo dos proyectos, uno más encaminado que el otro, que me gustaría hacer. Uno es de vampiros, que tiene otra codificación por la que se entra al género. Es un guion basado en una novela de Federico Ivanier, Nunca digas tu nombre, que lo escribió él y está buenísimo. Y después hay otra que estoy trabajando hace mucho, con distintos amigos guionistas que fueron aportando muchas cosas, que es de superhéroes. Otro tipo de monstruo.