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¿Decidimos a tiempo? Inteligencia artificial, brechas y oportunidades para el desarrollo humano

En 2024, el mundo registró el menor avance en desarrollo humano de los últimos 35 años. Si no actuamos con decisión, podríamos demorar décadas en alcanzar los objetivos que nos habíamos prop...

¿Decidimos a tiempo? Inteligencia artificial, brechas y oportunidades para el desarrollo humano

En 2024, el mundo registró el menor avance en desarrollo humano de los últimos 35 años. Si no actuamos con decisión, podríamos demorar décadas en alcanzar los objetivos que nos habíamos prop...

En 2024, el mundo registró el menor avance en desarrollo humano de los últimos 35 años. Si no actuamos con decisión, podríamos demorar décadas en alcanzar los objetivos que nos habíamos propuesto para 2030. Así lo advierte el nuevo Informe sobre Desarrollo Humano 2025: “Un llamado a decidir. Personas y posibilidades en la era de la inteligencia artificial”, del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

El documento llega en un momento marcado por desafíos globales complejos y crecientes desigualdades. En 2025, las Naciones Unidas celebran 80 años de trabajo multilateral, un marco propicio para reflexionar sobre el rol de la cooperación internacional en la construcción de un futuro más inclusivo.

Este año, además, el PNUD conmemora seis décadas promoviendo el desarrollo humano en más de 170 países, consolidándose como una plataforma clave para abordar los grandes retos globales. Al mismo tiempo, se cumplen 35 años del lanzamiento del primer Informe sobre Desarrollo Humano, un hito que situó a las personas y sus capacidades en el centro de la agenda de desarrollo.

En esta edición, el informe advierte sobre una desaceleración sin precedentes en el Índice de Desarrollo Humano (IDH) y un preocupante aumento de las desigualdades entre países. En este escenario, el informe revela un preocupante aumento de las desigualdades entre países. Al mismo tiempo, la inteligencia artificial (IA) irrumpe como una fuerza que puede catalizar oportunidades o profundizar brechas existentes.

Según una nueva encuesta global realizada por el PNUD en más de 110 países, el 64% de las personas cree que la IA mejorará su productividad, y cerca del 70% espera utilizarla en áreas clave como salud, educación y trabajo en el próximo año. Sin embargo, solo el 36% ha usado alguna vez una herramienta basada en IA.

El acceso desigual, la falta de conectividad y las brechas de habilidades limitan su aprovechamiento, especialmente en los países en desarrollo, donde la promesa de la IA corre el riesgo de perpetuar desigualdades existentes en lugar de mitigarlas.

El informe plantea una idea clave: el futuro no está escrito. Las decisiones que tomemos hoy —cómo diseñamos, regulamos y usamos la IA— determinarán si se convierte en una herramienta para ampliar libertades o en una fuente de nuevas exclusiones. Lo que está en juego no es solo la innovación tecnológica, sino nuestra capacidad de traducirla en bienestar, equidad y derechos para todas las personas.

Uruguay, con un IDH muy alto y una trayectoria reconocida en políticas digitales, tiene una oportunidad única para liderar este nuevo capítulo del desarrollo humano. El Plan Ceibal, la consolidación del ecosistema de gobierno digital, la expansión de la conectividad, el impulso de marcos éticos de IA y la formación en competencias digitales son logros que colocan al país en una posición destacada. Pero también enfrenta desafíos persistentes: brechas territoriales, de género y generacionales; rezagos en habilidades digitales avanzadas; y la necesidad de anticiparse a los impactos de la automatización en sectores laborales clave.

En América Latina y el Caribe, unos 17 millones de puestos de trabajo podrían beneficiarse de la IA, pero muchas personas aún carecen del equipamiento o las habilidades necesarias para aprovecharla. Además, el 88% de quienes investigan en IA en el mundo son hombres, y las herramientas más avanzadas reflejan en gran medida los valores de los países con mayor desarrollo. Si no intervenimos, corremos el riesgo de que la IA reproduzca desigualdades preexistentes, en lugar de superarlas.

También debemos atender los impactos de la IA en la agencia personal. Las personas mayores tienden a percibir que perderán control sobre sus vidas debido a la IA, mientras que las juventudes, especialmente en países en desarrollo, se muestran más optimistas. Pero incluso allí se observan señales de alerta: estudios recientes muestran un declive preocupante en el bienestar mental de jóvenes usuarios intensivos de plataformas digitales, en especial mujeres.

En definitiva, es fundamental pasar de enfoques impulsados por la tecnología a enfoques centrados en las personas. En lugar de aceptar un modelo basado en la oferta, donde la IA reemplaza capacidades humanas, debemos priorizar una perspectiva centrada en la demanda, promoviendo una IA que responda a necesidades humanas concretas y a objetivos de desarrollo. Al enfocarnos en la demanda —quiénes se benefician de la IA y qué problemas busca abordar— podemos alinear su implementación con las prioridades de los países y sus comunidades.

El PNUD propone tres líneas de acción para que la IA fortalezca el desarrollo humano:

Construir una economía de la complementariedad, en la que personas e IA colaboren en lugar de competir. Esto implica rediseñar políticas fiscales y laborales que incentiven el uso de IA para mejorar el trabajo humano, no para reemplazarlo.

Impulsar una innovación con propósito, alineando los avances tecnológicos con los valores y prioridades de nuestras sociedades. La IA puede ser una poderosa aliada para la ciencia, la creatividad y el emprendimiento, siempre que se la oriente hacia el bien común.

Invertir en capacidades humanas, desde la alfabetización digital básica hasta la formación avanzada en ética, datos y pensamiento crítico. Sin estas inversiones, la promesa de la IA seguirá fuera del alcance de millones.

Uruguay tiene con qué liderar este proceso. Su escala, estabilidad institucional y capacidad técnica lo convierten en un país con condiciones privilegiadas para explorar marcos de gobernanza, educación y aplicación de IA centrados en las personas. Pero ese liderazgo requiere decisión política, inversión sostenida y participación ciudadana.

Reafirmar el compromiso con un desarrollo humano que sitúe a las personas —todas las personas— en el centro de las transformaciones es clave. La inteligencia artificial puede amplificar lo mejor de nuestra humanidad o consolidar lo peor de nuestras desigualdades.El rumbo que tome no dependerá de sus algoritmos, sino de nuestras elecciones. Decidir hoy, con visión, con equidad y con sentido público, es la única forma de no quedarnos rezagados mañana.

Fuente: https://www.elobservador.com.uy/opinion/decidimos-tiempo-inteligencia-artificial-brechas-y-oportunidades-el-desarrollo-humano-n5998473

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