
Un camino de flores: crónica de una despedida a José "Pepe" Mujica en el Palacio Legislativo
Pocos minutos pasaron desde las tres de la tarde y la hilera de gente no hace sino crecer entre las baldosas. Una detrás de otra, son miles las personas que se acumulan durante el día para entrar...
Pocos minutos pasaron desde las tres de la tarde y la hilera de gente no hace sino crecer entre las baldosas. Una detrás de otra, son miles las personas que se acumulan durante el día para entrar al Palacio Legislativo y mostrar sus condolencias, participar de un duelo colectivo, dejar una lágrima o una flor para el expresidente José Mujica.
– ¡A 100 pesitos, a 100 las rosas!
Carlos lleva sobre la espalda una bandera del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros. Descolorida, desgastada y deteriorada, como un símbolo de resistencia al paso del tiempo. “Esta bandera debe tener 40 años. La tengo desde cuando hacíamos las mateadas en las ferias, cuando recién salimos de la dictadura. Él también participaba".
“Fue lo más grande que tuvimos”, dice sobre el recuerdo presente de José Mujica. Pero la emoción es algo incontrolable. Las lágrimas caen acariciando el dolor y ya no puede decir más: “No hay palabras. Va a ser muy difícil y ojalá que los que vienen ahora sigan la semilla de él. Pero es muy bravo”.
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Se paran justo en la línea media de la avenida, sacan una cuadernola de la mochila y se turnan para escribir una despedida. La tinta negra corre sobre el los renglones del papel que doblan en varias partes para guardar hasta que llegue el momento de entregarla a los pies del féretro de madera.
¿La leo?, dice Candela con entusiasmo antes de soltarlo todo junto:
La inspiración en persona. Como estudiante, como militante, como humana. Nos enseñaste a creer, a salir adelante, a perseverar, a entender que realmente somos muy chicos en este mundo, muy ingenuos y muy niños. Las viviste todas, inspiraste, amaste y sobre todo luchaste por los tuyos. Como adolescente me enorgullece decir que te elegí y, aunque a veces no estuviera del todo de acuerdo con todo, el camino que trazaste entre nosotros y la luz que nos diste fue algo que nunca vamos a volver a encontrar. O tal vez sí, pero es inigualable. La inspiración en persona. Como estudiante, como militante, como humana. Nos enseñaste a creer, a salir adelante, a perseverar, a entender que realmente somos muy chicos en este mundo, muy ingenuos y muy niños. Las viviste todas, inspiraste, amaste y sobre todo luchaste por los tuyos. Como adolescente me enorgullece decir que te elegí y, aunque a veces no estuviera del todo de acuerdo con todo, el camino que trazaste entre nosotros y la luz que nos diste fue algo que nunca vamos a volver a encontrar. O tal vez sí, pero es inigualable.
José Mujica asumió la presidencia de la República el 1 de marzo de 2010 y su gobierno se extendió tanto como sus primeros cinco años de vida. Juana se ríe cuando lo piensa de esa manera y explica cuál es, desde su mirada, el legado del expresidente: “Es un símbolo de rebeldía. A mí por lo menos me enseñó a moverme, a nunca quedarme quieta”.
La joven, que lleva la remera del movimiento militante Gurises MPP, expresa el sentimiento de esa juventud que creció en plena avanzada de gobiernos frenteamplistas y con la cercanía a los líderes políticos. “Siempre me sentí muy abrazada por el Pepe y por Lucía. Siempre nos acompañaron mucho a nosotros. Eso es lo lindo: vernos todos acá”.
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– ¿Y el cáncer del Pepe, dónde fue? – En el esófago.– ¡A 100 el recuerdo del maestro, para llevarlo en la cabeza además de en el corazón!
El grito del vendedor interrumpe la conversación entre dos hombres que esperan que la persona de adelante avance. "Maestro, ¡por acá!", llaman al hombre que vende gorros con el rostro de José Mujica en una serigrafía roja, amarilla y verde con una inscripción debajo: PEPE.
Fue el mismo José Mujica quien contó que tenía cáncer. En una conferencia en abril de 2024 informó que le habían encontrado un tumor en el esófago y meses después –tratamiento oncológico mediante– dijo en una entrevista con Búsqueda que la enfermedad se había expandido en su cuerpo con metástasis en el hígado.
Murió este martes 13 de mayo en su casa de Rincón del Cerro, donde serán sepultadas sus cenizas.
La pérdida del expresidente es, para muchos de los que están caminando, el final de un capítulo en la historia política del país. Para otros, la pérdida de un referente. Y para algunos, la despedida que nunca quisieron dar.
Sepelio José Mujica Palacio Legislativo.Jorge dice que nunca votó la lista del expresidente, pero reconoce que le tiene “admiración”. “Admiración por lo que fue y por lo que por lo que trató de hacer. Por la filosofía que él trataba de imponer en cada lugar en el que estaba. Muchas veces no se entendió, inclusive en los últimos días mucha gente no logró entender lo que él quería para todos los uruguayos. Creo que en los últimos tiempos él hablaba de todos los uruguayos y cuando decía todos, era todos. Y eso es parte de mi admiración por él”, explica.
El hombre, que se define como un militante social, destaca del legado del expresidente su postura "contra el rencor": "Entre uruguayos podremos tener adversarios pero no tenemos enemigos. Y eso es lo que él quiso inculcar: no al odio. Se puede vivir con diferencia pero sin odio. Y creo que también es un legado que él nos dejó".
Una mujer lleva entre sus manos tres claveles amarillos. Los aprieta con fuerza desde los tallos y los pétalos apenas resisten a la caída. Sólo los suelta de vez en cuando, cuando se lleva la mano a la mejilla y contiene el llanto.
Algunos pasos más tarde un hombre se detiene ante una pregunta. “Quiero despedir a quien fue, para mí, un referente político. Un líder con el cual no tengo por qué acordar en todo, pero sigo desde muy chico y tengo 50 años. Me parece que la figura del Pepe demostró un camino de compromiso desde muy joven con sus convicciones y las llevó a todos los lugares hasta ser presidente”, expresa Rafael.
Lleva en la espalda una bandera del Frente Amplio, pero sobre el pecho lleva también la bandera de la diversidad. “Fue el periodo en donde las luchas de las organizaciones sociales llegaron a lugares que nos mejoraron como sociedad", destaca mientras una señora con la piel arrugada lo escucha con atención desde la la baldosa de adelante y estira la mano, para mover la tela de tal modo que las franjas de colores ocupen todavía más espacio.
Rafael habla sobre la ley de matrimonio igualitario, aprobada durante el gobierno de Mujica junto a otras iniciativas parlamentarias como la ley integral para personas trans o la que reguló el mercado de cannabis en Uruguay.
"No pienso en casarme, pero como una persona que vive en la comunidad puedo decir que yo me bese en la calle no puede ser ilegal, si me puedo casar. Fue una confirmación muy importante, una garantía para la comunidad LGBTIQ+ de que el derecho está a nuestro lado y está consagrado en la ley”.
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Todavía faltaba una hora para el amanecer cuando armaron el puesto sobre Avenida Libertador y desplegaron sobre la vereda una variedad de flores de diferentes colores aunque "todo el mundo lleva rosas blancas".
Rebeca dice que su padre, Luis Fleitas, fue floricultor y ahora lo son sus hijos –y los hijos de sus hijos– quienes continúan con la tradición familiar en diferentes puestos de la capital. Es una de las tantas personas que se mueve entre el dolor duelo para poder trabajar. "Es una oportunidad de hacer una moneda”, dice a su vez Carlos Alberto mientras camina entre la gente ofreciendo chocolates y golosinas multicolores.
Pero la florista además habla de la amistad entre su padre y el expresidente: “Eran colegas por el tema de las flores, ¿viste?. Mi papá iba a la quinta de él y se compartían ideas”, dice la vendedora desde una silla plegable que estará allí toda la noche y hasta el otro día.
José Mujica aprendió a cultivar con su madre. Y ya era adolescente cuando salía para el liceo con unos atados de cartuchos que vendía antes de entrar a clase. No en vano alguna vez contó que los cartuchos se habían convertido en su flor favorita: un símbolo de supervivencia.
Años más tarde Lucy Cordano le diría al almacenero que su hijo, el floricultor, sería presidente. Y fue presidente. También fue parte de la guerrilla armada del MLN-T, preso, fugado y liberado, senador, ministro y uno de los políticos más destacados de la izquierda latinoamericana. Sobre el final de la vida se convirtió en filósofo e ícono intelectual a los ojos del mundo.
Pero siempre fue un hombre de la tierra. “Si me tuviera que definir sería un terrón con patas”, dijo en el documental Lessons from the Flowerbed (2014), de la cineasta suiza Heidi Specogna.
“Esta chacra está pagada con flores, flores humildes, como statice o clavelinas, flores de cementerio", le dijo en una entrevista desde su casa a Natalia Jinchuk para el libro En Flor (2021). "Teníamos como una hectárea plantada de clavelinas; me acuerdo que un año cortamos como tres mil paquetes de cinco ramos cada uno. Con mi compañera íbamos a venderlas a los cementerios y, los sábados, a la feria del Cerro”.
Pero lejos de poesía, era para José Mujica Cordano, una cuestión muy práctica. “Para mí no es una cuestión poética. La poesía está en la palabra, y la naturaleza, cuando hace cosas hermosas, las hace con una finalidad. (...) La naturaleza es tramposa, nos coloca grandes emociones porque persigue una finalidad: mantener las especies”.
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Un hombre en la silla del peluquero. Dos mujeres en las máquinas de un gimnasio. Un par de niños que llegaron de la escuela. Todos miran la procesión desde atrás del vidrio de algún edificio mientras todo avanza. Observan, durante vaya uno a saber cuánto tiempo, a la gente pasar.
Gente que llora, gente que grita, gente que guarda fotos en el carrete del teléfono como souvenir de un día que no quiere olvidar.
–Probablemente sea de las cosas que les cuentes a tus nietos, dice una pareja mientras camina a paso lento entre el gentío que se sigue sumando al final de la fila.
Unos pasos más atrás está Gacha, un joven japonés que llegó a Montevideo para despedir a Mujica. “Mi objetivo que comencé a estudiar español es Pepe Mujica”, dice con las palabras todavía en aprendizaje.
Por momentos, su rostro se esconde detrás de un enorme arreglo de flores blancas. Cuenta que vivió un tiempo en Uruguay antes de mudarse a Buenos Aires, pero sintió la necesidad de regresar porque es un admirador del expresidente uruguayo; sobre el que leyó por primera vez cuando empezó a buscar información sobre América Latina. “Me gustaba su pensamiento, su filosofía”, recuerda.
000_46QJ29H.jpgAl lado de Gacha espera Denis, que conoció a Mujica “muchos años antes de visitar Uruguay” desde su Siberia natal.
Dice que esta allí “por varias razones” y procede a explicar, buscando las palabras antes de decirlas, el motivo de su presencia en la fila interminable. “Normalmente no voy a funerales, pero decidí unirme a mi amigo de Japón. Comparto algunas ideas y filosofía con Mujica, aprecio mucho todo lo que ha hecho por Uruguay y Latinoamérica, y nunca estuve en el Palacio Legislativo. Por eso estoy aquí. Esta es una excepción”, dice.
Entre quienes esperan a llegar hasta el Salón de los Pasos Perdidos empiezan a correr la voz sobre posibles visitantes internacionales. Los nombres de los posibles mandatarios latinoamericanos se repiten entre la gente que espera a entrar al edificio, algunos con la expectativa de poder conocerlos. Que viene Lula, que viene Petro, que viene Cristina.
– La vieja.– Esa quedó. ¡Hasta en Argentina la usan! – No sabían cómo decirle y el Pepe les hizo un favor. – Esa vieja es peor que el tuerto.
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Una hora y cuarenta minutos después de comenzar a caminar suben las escaleras del Palacio Legislativo. La gente entra en tandas entre el murmullo callado del Salón de los Pasos Perdidos, grupos reducidos que circulan casi sin parar frente al féretro del expresidente prolijamente cubierto con el pabellón nacional.
Debajo, un dibujo: Grasias Pepe. Hoy tengo un hogar digno.
000_46PV4XH.jpgA los costados, flanqueando el camino hacia la despedida, decenas de arreglos florales con dedicatorias de las más variadas llenan el aire del salón con un aroma dulce y persistente. Al final, un pequeño altar popular: las ofrendas de los anónimos como un campo en plena floración.
Claveles. Gerberas. Rosas. Lirios. Crisantemos. Gladiolos.
Un camino de flores para José Mujica.