l Parque Nacional de Santa Teresa entra en una nueva etapa de puesta en valor de cara al verano 2026. En una señal clara de coordinación institucional, el Ministerio de Turismo y el Ministerio de Defensa Nacional firmaron un convenio que permitirá ejecutar obras de mantenimiento y mejoras en los servicios higiénicos y duchas del parque, una infraestructura tan básica como determinante para la experiencia de miles de visitantes.

El acuerdo fue suscrito por los ministros Pablo Menoni y Sandra Lazo, y apunta a fortalecer uno de los principales polos turísticos y patrimoniales del este uruguayo, donde naturaleza, historia y recreación conviven en un mismo espacio.

Menoni subrayó que la iniciativa trasciende lo estrictamente operativo. 

“Para nosotros es importante desde el punto de vista turístico, además de poner en valor el Parque Santa Teresa”, afirmó, destacando la lógica de cooperación entre organismos del Estado. La “sinergia público-público”, sostuvo, no solo optimiza recursos, sino que expresa un compromiso concreto con la calidad de los destinos que el país ofrece.

Desde Defensa Nacional, la ministra Lazo puso el acento en la identidad del parque. 

“Este acuerdo confirma el concepto que le damos al Parque Santa Teresa, donde contamos con un parque histórico y un museo como la Fortaleza”, señaló. Las obras, agregó, son necesarias para acompañar el crecimiento del flujo turístico y para atraer a más jóvenes y visitantes internacionales, que —según dijo— se sorprenden al descubrir la riqueza paisajística y cultural del lugar.

Santa Teresa no es solo un balneario ni un área verde: es un enclave estratégico del turismo nacional. Las mejoras anunciadas, aunque puntuales, se inscriben en una visión más amplia de infraestructura al servicio del visitante, una clave que los grandes destinos europeos han aprendido hace tiempo y que Uruguay comienza a consolidar con hechos.

Con este convenio, el parque se alista para una temporada estival donde la experiencia del visitante vuelve a ocupar el centro de la escena, y donde el Estado muestra que, cuando articula, puede transformar lo cotidiano en política turística de largo aliento.