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El Instituto Nacional de Estadística difundió nuevos datos sobre el mercado de trabajo y Rocha muestra un escenario de estabilidad, aunque con señales de alerta. La tasa de desempleo se ubicó en 5,8 %, por debajo del promedio nacional. Sin embargo, la participación laboral sigue siendo baja: solo el 59,6 % de la población en edad de trabajar está activa. En total, unas 36.700 personas integran el mercado laboral en el departamento. El dato más preocupante es la informalidad. Casi el 28 % de los trabajadores en Rocha no está registrado en la seguridad social, un porcentaje superior a la media del país.

 

Los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística revelan un escenario laboral departamental que, aunque muestra niveles de desempleo relativamente bajos, esconde señales estructurales de alerta vinculadas a la participación laboral y al trabajo no registrado.

Las estadísticas del mercado de trabajo suelen leerse rápido y olvidarse aún más rápido. Pero cuando se las observa con lupa, como exige el periodismo serio, los números cuentan otra historia. En el caso de Rocha, los últimos indicadores del Instituto Nacional de Estadística (INE), correspondientes al trimestre móvil setiembre–noviembre, dibujan un panorama que combina estabilidad aparente con fragilidades de fondo.

Según el informe, Rocha presenta una tasa de actividad del 59,6 %, por debajo del promedio nacional (64,6 %), lo que indica que una menor proporción de la población en edad de trabajar está efectivamente participando del mercado laboral. La tasa de empleo se ubica en 56,1 %, mientras que el desempleo alcanza el 5,8 %, una cifra inferior a la media del país (7,2 %) y que, a primera vista, podría interpretarse como un dato positivo.

Sin embargo, el análisis no puede quedarse ahí.

En términos absolutos, el departamento registra unas 36.700 personas activas, de las cuales 34.600 están ocupadas y alrededor de 2.100 se encuentran desempleadas. La baja tasa de desempleo no responde necesariamente a un mercado dinámico, sino a un entramado donde pesa la estacionalidad, la migración laboral y, sobre todo, la informalidad.

Ese es el dato que enciende la luz amarilla.

El 27,9 % de los ocupados en Rocha no está registrado en la seguridad social, un porcentaje sensiblemente superior al promedio nacional (21,6 %) y que coloca al departamento entre los más comprometidos en materia de empleo informal. En términos prácticos, casi tres de cada diez trabajadores rochenses desarrollan su actividad sin aportes, sin cobertura y sin garantías básicas.

El fenómeno no es aislado ni exclusivo de Rocha, pero en un departamento con fuerte dependencia del turismo, el comercio y los servicios estacionales, la informalidad termina funcionando como un amortiguador social precario: sostiene empleo en el corto plazo, pero debilita derechos y futuro en el largo.

Comparado con otros departamentos del país, Rocha se ubica en una zona intermedia: lejos de los extremos críticos como Treinta y Tres o Cerro Largo, pero también distante de modelos más formalizados como Flores, San José o Montevideo. Esa posición “cómoda” puede ser engañosa si no se acompaña de políticas activas que apunten a mejorar la calidad del empleo y no solo su cantidad.

Los datos del INE, calculados mediante medias móviles trimestrales —una metodología que aporta mayor estabilidad estadística— no describen un deterioro abrupto, pero sí confirman una tendencia conocida: el mercado laboral rochense resiste, pero no despega; contiene, pero no consolida.

Leer estos números sin triunfalismo ni dramatismo es parte de la responsabilidad periodística. Porque detrás de cada porcentaje hay personas, trabajos frágiles, changas prolongadas y una economía local que todavía depende demasiado de ciclos cortos y soluciones parciales.

Rocha no está mal. Pero tampoco está bien. Y los datos, cuando se los escucha con atención, lo dicen con claridad.

Autor: ROCHAALDIA.COM