Eduardo Da Luz, un ilustre A Puro Candombe: su nuevo disco después de 20 años, el amor por la candombería y por qué "es el momento de dar un paso al costado" en el Carnaval
Eduardo Da Luz llega al estudio de grabación donde creó su último disco con la sonrisa amplia y la mirada atenta. Habla sobre su música, los 19 años en los que preparó su último álbum, el candombe de raíz y el lugar que ocupan sus clásicos es esta nueva adición a su catálogo. Pero de pronto una pregunta fugaz lo cambia todo: ¿Donde te criaste, Eduardo?, le dice el fotógrafo Armando Sartorotti mientras lo captura en esencia.
La postura, la inflexión y hasta el semblante se transforman para desplegar todo el talento de un hombre que ha cultivado una carrera artística durante más de 60 años.
Yo me crié en ese barrio, justo en Propios e Instrucciones. Allí crecí en ilusiones llegando el pantalón largo, donde la rueda de amargo se hace larga y pronunciada, donde de alguna patada una guinda se desinfla, allá donde el sol ya pincha apenas de madrugada. Viejo block de apartamentos de ventanitas iguales. Soportaste vendavales siempre derecho y erguido. Otra vez estoy contigo como a los días de siesta, donde una doña molesta al abrir tu celosía nos retaba día a día pues los ruidos le molestan. Viste nacer nuevas vidas, otras partir hacia el cielo, en tus rincones llorar, hasta en eso sos consuelo. Yo me crié en ese barrio, justo en Propios e Instrucciones. Allí crecí en ilusiones llegando el pantalón largo, donde la rueda de amargo se hace larga y pronunciada, donde de alguna patada una guinda se desinfla, allá donde el sol ya pincha apenas de madrugada. Viejo block de apartamentos de ventanitas iguales. Soportaste vendavales siempre derecho y erguido. Otra vez estoy contigo como a los días de siesta, donde una doña molesta al abrir tu celosía nos retaba día a día pues los ruidos le molestan. Viste nacer nuevas vidas, otras partir hacia el cielo, en tus rincones llorar, hasta en eso sos consuelo.
Su voz llena la habitación y se adueña de la atención de cada persona en ese lugar. Recuerda su barrio, su niñez y su crianza en los versos de un recitado que le escribió a ese complejo de viviendas que lo vio crecer. Ahí donde soñaba con los aplausos el niño que se acostaba a dormir con una pequeña radio debajo de la almohada y las melodías de la noche lo acunaban para soñar con un auditorio de pie cantando sus canciones.
Una platea como la que este martes se levanto para aplaudirlo después de la presentación de su segundo disco de estudio: A Puro Candombe, un álbum de diez canciones que lanzó en plataformas digitales y “presentó en sociedad” en un concierto en la Sala Camacuá.
Un recorrido personal por canciones como De Ansina y Cuareim, Negra y Como en mis sueños, hasta un homenaje a sus nietos o un recuerdo familiar en Cumpleaños Candombero y una versión de Tamborilero acompañada por una cuerda de tambores conformada por dos generaciones de tocadores. Un viaje que empieza templando las lonjas en una esquina de Palermo entre el sonido del barrio y la naturalidad cotidiana de una comparsa y termina con una versión extraordinaria de uno de los clásicos de su repertorio: solo su voz y doce tambores. Un disco circular, que nace y muere en las calles de Montevideo.
EmbedUn disco que comenzó a producir, junto a Fernando Chitnisky, en los primeros meses de la pandemia y que se convirtió en un trabajo casi artesanal que les demandó varios años hasta que lograran el resultado deseado: un disco de candombe puro.
“Nació gente, se murió gente, todo en el proceso del disco. Viajes, premios y nosotros ahí seguíamos con el disco”, dice Chitnisky desde los controles de su estudio en Plaza Independencia, y señala que la diferencia principal con el álbum anterior que "éste tiene mucho más producción en cabeza moderna". "Si bien es candombe puro, que lo estábamos buscando, está concebido desde una producción moderna. Y un concepto de sonido también: mantener la pureza pero con una calidad sonora".
Después de Candombe puro (2006), que se convirtió en un disco emblemático en el repertorio candombero, una pregunta se repitió durante prácticamente dos décadas: ¿cuándo viene el siguiente? "Cuando hice el primer disco ya empecé a pensar en el otro. Pero después me di cuenta de que me gustaba hacer muchas cosas. Pasaron los años y siempre tuve ese debe, y eso que tenía la oportunidad, grabé una cantidad de cosas pero en ensamblados o con otros grupos. Y un poco fue por dejadez, aunque tenía eso que me empujaba la familia y los amigos", recuerda Da Luz en diálogo con El Observador.
"Lo vamos a hacer, pero tiene que salir como yo quiero realmente", resolvió. "Primero que no perdiera la esencia de lo que he hecho en el primer disco: que sea un candombe puro. Hay otros grupos que hacen candombe pero la diferencia es que esto es bien de raíz, un candombe más de tierra", detalla ahora con el disco ya en los oídos de quien lo quiera escuchar.
A Puro Candombe es el resultado de esos 19 años en los que se convirtió en Ciudadano Ilustre, Figura de Oro de Carnaval y emblema del candombe tanto dentro como fuera del país. Junto con temas inéditos, Da Luz incluyó en su segundo disco esos temas que con el tiempo se convirtieron en clásicos en su voz. “Esos candombes que mucha gente durante muchos años los viene escuchando y que no podía relegarlos. Yo sé que esa gente ya los conoce pero quiere tenerlos a través de un disco y era el momento de presentarlos en sociedad”, dice.
Eduardo Da Luz-7 Armando Sartorotti / FocoUyEncuentro de Generaciones, la canción que abre el disco, parece un manifiesto de la tradición del Candombe. Una selección de tocadores y amigos de dos generaciones diferentes: los hombres de la vieja guardia con lonjas clavadas a la madera y los más jóvenes con tambores con tensores en un diálogo perfecto.
Pero todo comienza con una grabación casera de una escena cotidiana. "El asunto era que el disco fuese por momentos lo más natural posible. Fuimos con mi señora y mis nietos chicos un día a la salida de Valores en Palermo. Estábamos ahí, los muchachos estaban templando y empezamos con un simple celular a buscar sonidos de tambor y todo ese murmullo de la gente. Hay momentos en los que mi señora le habla a los nenes y a los nietos y después fulana que se acerca a saludar. Yo quería que fuera algo natural, auténtico, todas esas cosas que están en una llamada", recuerda Da Luz.
Los tambores: Fernando "Hurón" Silva, Maximiliano Petrone, Gabriel Ferreyra, Eduardo "Malumba" Giménez, Leroy Pérez, Carlos Larraura, Jhonatan "Yeye" Rodríguez, Wilson Rodríguez, Ricardo Núñez, Jhony Neves, Miguel Laureiro, Noé Núñez.
Y lo que iba a ser grabado con seis tambores se convirtió en una cuerda intergeneracional. "Uno de los muchachos dice: ¿Por qué no ponemos dos llamadas? Una bien de los veteranos, con su impronta, y después de los muchachos jóvenes. Fuimos a un estudio y grabamos primero la parte de los veteranos. Le dejamos todos los sonidos, para que sea bien natural. Porque lo que queríamos era comenzar el disco así, en la calle. Y entonces en el final digo, vamos a hacer una nueva versión de Tamborilero pero a capela. Cuando empezaron los tambores y yo me metí, empecé a cantar arriba y quedó".
EmbedChitnisky reproduce canción a canción y los tambores suenan desde los parlantes del estudio entre anécdotas y recuerdos de su creación. Hasta que suena uno de los temas más emocionantes del disco, Aquella vieja canción, un milongón que Da Luz imaginó y llevó a la acción es una de las que siente más lograda del álbum. "No solamente por lo que dice sino por los arreglos que tiene, los arreglos musicales y cómo viene. Hay muchas anécdotas y muchas cosas que quedan".
Esa fue la última en la que Norma "Pelusa" Da Luz grabó su voz en los coros. "Tengo una hermana que falleció hace dos años, Pelusa, que de chiquito siempre fue la que me hacía los coros y tuve la suerte de que comenzara a grabar el disco y grabase Aquella vieja canción y el tema de cumpleaños. Al poco tiempo falleció pero queda ese recuerdo, esas cosas lindas. Ya había grabado en el disco anterior y tuve la oportunidad de grabara en este también", recuerda ahora el autor con un sonrisa.
Embed¿Qué es lo que tiene que tener un buen milongón? "Cadencia", dice el artista. "El milongón es para que lo baile el gramillero seduciendo a su pareja, a la mamá vieja. El milongón tiene que tener la cadencia, el vuelo del pollerón, el acercamiento y el piropo del gramillero. Esas cosas tienen que tener su cadencia".
Y aunque Eduardo Da Luz sea uno de los compositores contemporáneos más interpretados en el Candombe y el Carnaval, a sus 71 años todavía no tiene claro cómo forjó esa capacidad de crear pero sabe que tiene que ver con esa "alma de líder" que demostró desde pequeño entre los niños del barrio.
“Eso de componer no te puedo explicar cómo viene. Fue un don que me dio la vida, pero no sé de dónde salió”. Su interés por la composición se remonta hasta sus días de escolar, y todavía guarda un cuaderno gris con la cara de José Pedro Varela en la tapa que ya tiene las hojas amarillas por el paso de los años, pero llenas de letras de candombes que nunca cantó el público. Los guarda para él.
Pero por fuera de aquel cuaderno infantil calcula que lleva unas 1.200 canciones de su autoría, si no más, entre himnos para cuadros de baby fútbol, boleros, música tropical y hasta canciones para enamorados y enamoradas que le pedían que les compusiera un tema. “Inclusive ya en la escuela venían los amigos y me pedían que le escribiera cartitas a las enamoradas, entonces yo con el nombre de ellos les escribía y les decía tomá, lleváselas. Era el celestino”
Y es que Eduardo Da Luz tiene una forma especial de cantarle al amor. A Puro Candombe podría resumirse de esa manera: un disco dedicado al amor. El que se podría sentir por una mujer, por sus nietos, por el candombe y por aquellas personas que ya no están. Una forma de cantarle a la vida pero tambien a la muerte y a todo lo que pasa en medio.
Eduardo Da Luz-2 Armando Sartorotti / FocoUyIncluso durante la dictadura cívico-militar las letras de Eduardo Da Luz se hicieron eco del sentimiento popular y compuso temas como No va más, que forma parte de su primer trabajo discográfico.
"Después de la dictadura vi que empezó a aflorar otro tipo de candombe, que ya no era chico, piano y repique sino hecho con tumbadoras y batería. ¿Y el candombe, el tambor, dónde es que está? Entonces empezamos despacito a hacer candombailes para llevar chico, piano y repique. Yo seguí esa línea hasta el día de hoy y nadie me aparta. Yo respeto lo que hacen los demás pero lo mío es puro. La vedette son los tambores, porque yo canto e interactúo con el sonido del tambor”.
Y si bien es un defensor de la instrumentación tradicional del Candombe, Da Luz mira a las nuevas generaciones con respeto y admiración. "Uno siempre tiene recelos, '¿qué están haciendo ahora?'. Mucha batería, muchos cambios... pero está bien. No pueden olvidarse de lo que hay hacia atrás, pero no tienen por qué quedarse de lo que uno hizo hace muchos años. Está bueno que de repente le pongan otra cosa, pero tampoco que lo desfiguren de todo. Esto tiene que avanzar, todo se moderniza. El candombe también tiene su impronta y los muchachos jóvenes tienen lo suyo. Yo lo respeto y lo admiro", sostiene.
Eduardo Da Luz-20 Armando Sartorotti / FocoUyEn la casa de Eduardo Da Luz, en aquel complejo de viviendas en Propios e Instrucciones, no había tambores. Pero sí tenían un tocadiscos en el que escuchó desde Negrocan con Hugo Cheché Santos a Pedro Ferreira o Rodolfo Morandi y Néstor Silva. “Un día mi hermano trajo un disco de Miriam Makeba y después apareció un disco, El Negrocan, ¿qué es esto? Escuché una canción, ¡qué voz que tiene esta mujer! No, no era. Era Cheché Santos. ¡Pero por favor!", recuerda la primera vez que escuchó cantar a quien años más tarde sería amigo y maestro.
"Después me llamaron unos amigos que, por suerte, conocí ahí en el barrio Palermo. Con Alfredo Ferreira y Eduardo "Cacho" Jiménez hicimos un grupo que se llamaba Candombe For Export y empezamos a hacer actuaciones en todos lados. Y bueno, ahí me enamoré. Me enamoré de la candombería. Y hasta el día de hoy, y hasta que me muera, siempre seguiré con eso". Con Candombe For Export llevaron el sonido de los tambores de Australia a Francia, España, Mónaco, Canadá o Estados Unidos.
Embed - Eduardo da Luz y Candombe For Export en Bien de Bien con Berugo CarambulaEn 1963 empezó una trayectoria de Carnaval en la revista Abanico Musical y posteriormente en Revista Negra. En años en los que, recuerda, había “más de 200 tablados en todo Montevideo” y cada noche pasaban por seis o por diez. Diez años más tarde José de Lima lo invitó a formar parte de su Serenata Africana, que después se convertiría en Marabunta, y fue allí donde empezó a conocer el mundo del candombe desde adentro de las decenas de comparsas donde ha sembrado canciones y ha cosechado 13 primeros premios y 20 menciones.
Pero el próximo año, después de más de seis décadas de Carnaval, Eduardo Da Luz no subirá al tablado como ha hecho en los últimos años con Yambo Kenia.
"El año pasado me hicieron Figura de Oro, bueno ya está. Es el momento de dar un paso al costado. Capaz uno lo puedo extrañar, pero ya son muchos carnavales y mucha responsabilidad. Lo lamento porque a mí me encanta salir en Carnaval pero cansa. Uno ya no está para seguir el mismo tren. Retirate cuando vos querés retirarte, no cuando te dicen que te tenés que retirar", asegura.
Y aunque el próximo año no vuelva a pisar el tablado no descarta la posibilidad de seguir escribiendo para algún Carnaval, una actividad que piensa continuar "mientras tenga la capacidad de hacerlo".
La imagen de aquel complejo de apartamentos donde se crió el artista vuelve cada tanto como la piedra fundacional de una vida al servicio de la música. El kilómetro cero de una trayectoria dedicada a la expansión y la valorización del género. Y A Puro Candombe llega ahora como un nuevo mojón de una carrera en la que ha hecho bailar, reír y llorar a generaciones con canciones que se han convertido en clásicos populares.
Más allá de todo, una cosa es incuestionable: hace mucho tiempo que está despierto cuando escucha los aplausos.
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