El universo simbólico: las palabras más usadas por Jaime Roos en su obra musical
Calle, canción, adiós, carnaval, murga, gente. El huevo o la gallina. O el huevo y la gallina. En el universo musical de Jaime Roos se ha configurado un conjunto de símbolos que, de alguna forma u otra, tienen mucho (o casi todo) que ver con la identidad montevideana. Con un paisaje montevideano.
En su diccionario de símbolos, el español Juan Eduardo Cirlot, define la palabra paisaje bajo “la forma, exactamente igual de lo que acontece en morfología física, es el diagrama de la fuerza”.
¿Traza Jaime Roos un diagrama de la fuerza de Montevideo? “Hay artistas que encarnan el alma de su ciudad… Serrat es Barcelona, Lou Reed es Nueva York y Jaime es Montevideo”, dice la historiadora Milita Alfaro en conversación con El Observador. “Algunos son capaces de condensar en su obra tramos esenciales de una geografía, de un tiempo, de una cultura, y creo que Jaime es un muy buen ejemplo de eso”, agrega.
A través de las palabras y los conceptos que predominan en sus letras, Jaime ha creado una obra que no solo retrata, sino que da forma a los elementos culturales y sociales que configuran a la capital uruguaya.
Noche, amor, tiempo, mar, viento. Más allá de los elementos poéticos, un análisis de las letras de la obra completa de Jaime son prueba fundamental de la teoría de que Jaime es un sonido esencialmente montevideano, que logró plasmar en música y letra el espíritu de la ciudad en la que nació y una de las tantas que lo formó.
“Uno de los ejes centrales de la obra de Jaime, pero también de la vida de Jaime, es ese vínculo tan fuerte que tiene con Montevideo”, explica Alfaro.
“Se trata, entonces, no de una creación mental, pero sí de una analogía que determina la adopción del paisaje por el espíritu, en virtud de las cualidades que posee por sí mismo y que son las mismas del sujeto”, describe Cirlot al respecto de la palabra paisaje.
Embed La calle y la gente: los elementos de la ciudad“Por las calles de Montevideo”, dice uno de los versos de la canción Adiós Juventud. “Voz de la misma calle”, dice otro de Amor profundo, que es originalmente de Alberto Wolf, pero cuya reversión de Jaime se ha vuelto tan o más popular. O “miren al Pierrot callejero”, se dice en Brindis por Pierrot.
Según el análisis de discurso realizado por El Observador, donde se tomó en cuenta la obra completa de Jaime Roos para encontrar sus términos más usados, la palabra calle y sus derivados está entre sus tres palabras más usadas. Pero otros términos relacionados con la ciudad, como gente, también están entre las 25 más usadas.
Es que “la música de Jaime tiene una impronta callejera impresionante que, además, curiosamente convive muy bien con todo lo que hay de sofisticado”, dice Alfaro.
“La gente retoma su tenso camino”, canta Jaime en Aquello. “Se perdía entre la gente” en Colombina. O “Emocionar a la gente con la garganta”, en El grito del canilla, canción cuya letra escribió con Raúl Castro.
Este tipo de imaginario, de lenguaje, de obra, es lo que según Alfaro “nos lleva a lo que es el credo estético de Jaime, que es el pop art… esa cosa de buscar la belleza en lo cotidiano, una especie de estrategia de lo menor”.
“Lo que él prioriza en sus letras es lo cotidiano, tiene una cercanía con eso”, opina Gustavo Montemurro, músico e integrante de bandas de Jaime Roos. “Creo que ese es el secreto de por qué llega tanto, porque habla mucho de la gente y de la calle”, continúa.
En la obra de Jaime, las palabras calle y gente tienen un peso simbólico que conecta directamente con Montevideo. La calle no es solo un espacio físico, sino un escenario de interacción, de encuentros y de contrastes. Es ahí donde se da la dialéctica entre lo público y lo privado, lo colectivo y lo individual. Es ahí donde habita la gente.
Según el diccionario de símbolos de los franceses Jean Chevalier y Alain Gheerbrant, la concepción contemporánea de la ciudad está directamente vinculada a la madre: “Se emparenta en general con el principio femenino. De la misma manera que la ciudad posee sus habitantes, la mujer contiene en sí a sus hijos”.
Cirlot, por su parte, defiende que la imagen de una ciudad corresponde hasta cierto punto al simbolismo general del paisaje. “El hecho de fundar una ciudad estaba en estrecha conexión con la constitución de una doctrina y por ello la ciudad era un símbolo de la misma y de la sociedad dispuesta a defenderla”, escribe.
Y Jaime, en todo eso, “es como una especie de biblia, de un gran manifiesto a nivel de principio de lo que es el arte popular, la cultura popular”, dice Alfaro.
El tiempo y la nocheDentro de las 25 palabras más usadas en el total de la obra de Jaime, tiempo, día (en referencia temporal) y noche aparecen de forma repetida.
“El tiempo no pasa en vano”, dice la canción Adiós juventud. “La noche entera” en Alacrán o “Los tiempos de antes”, en Aquello. En esa misma canción, se repite casi como estribillo “En la noche fría” y “En la noche oscura”. En Al Pepe Sasía (escrita por Enrique Estrázulas), “Tal vez la noche se tragó los versos”. En Amándote, aparecen versos como “Algún día verás” y “Algún día sabrás”. En Candombe de reyes, “Día del rey”, y en Carta (a Poste Restante), “Con los días marchitó”.
Las palabras tiempo, día y noche dominan el vocabulario de las letras de Jaime, configurando parte de su atmósfera emocional. Es que el tiempo, según Chevalier y Gheerbrant, “está indisolublemente ligado al espacio”.
El arte, el carnaval, la bohemia, el mostrador, el boliche, el alcohol, y “esa cosa un poco misteriosa”, dice Alfaro que son todas referencias dentro de la obra de Jaime que se identifican con la noche. Y, quizá, por eso, la noche es otra de las columnas vertebrales de la música de Jaime y del imaginario que transmiten sus canciones.
“No quiero ser duro con la ciudad, pero me parece que la noche es una de sus características. Y en el mundo donde Jaime se ha movido siempre, la música y el carnaval, son actividades que no se hacen de día. Es lógico que hable de la noche”, dice Montemurro.
El contraste entre noche y día se despliega como una representación de los polos opuestos de la vida urbana: la noche es el momento de la introspección, la soledad, la reflexión, pero también la celebración y el desorden del carnaval. Por su parte, el día simboliza la cotidianidad, el trabajo, el orden.
La noche “presenta un doble aspecto, el de las tinieblas donde fermenta el devenir, y el de la preparación activa del nuevo día, donde brotará la luz de la vida”, explican los franceses en su Diccionario de símbolos.
La identidad emocional: amor, corazón y mirada“Adiós corazón”, se escucha cantar en Adiós juventud. “A solas con su corazón”, en Brindis por Pierrot. “Como corazón de pan” en Al Pepe Sasía, donde también aparece “No le sirvió su mirada”. “Y los ojos de indecente pureza cambian de color”, dice Candombe del 31 y “Miró de frente a los ojos”, en Chalaloco. Aparece “Amor profundo” en la canción originalmente escrita por Alberto Wolf, pero también “Mi vida, mi amor”, en Amándote.
El corazón y el amor, metáforas fundamentales de lo humano, de lo que late. Es donde se reflejan las pasiones y las contradicciones. Según Chevalier y Gheerbrant el hecho de que el Amor sea un niño simboliza la eterna juventud de todo “amor profundo”.
Y siguen: “Si está pervertido, en lugar de ser el centro unificador buscado, pasa a ser principio de división y muerte. Su perversión consiste en destruir el valor del otro, para intentar someterlo egoístamente a uno mismo, en lugar de enriquecer al otro y a sí mismo de un don recíproco y generoso que los haga a cada uno de ellos ser más, al mismo tiempo que llegar a ser más ellos mismos”.
Es que “sus grandes temones son de amor. La rompe toda cuando escribe así”, dice Montemurro. “Cuando escribe sobre ese tipo de temáticas es muy profundo y da en la tecla. Es peligroso el amor, porque se puede poner medio edulcorada la cosa. Pero tiene una medida exacta para no pasarse para ese lado y sí llegar profundo”, continúa.
Según Cirlot, la rosa, la flor de loto y el corazón son los símbolos más universales de ese centro escondido “que no es un lugar, aunque se imagine como tal, sino un estado, precisamente producido por la aniquilación de la separación”.
En ese sentido, los franceses mencionan que la “mirada” está cargada de todas las pasiones del alma y dotada de un poder mágico que le confiere una terrible eficacia. La mirada es el instrumento de las órdenes interiores: mata, fascina, fulmina, seduce, tanto como expresa.
“Ha sido toda su vida un gran enamoradizo. Y donde el amor ha tenido un lugar muy fuerte”, comenta Alfaro.
La símbolos de una infancia en Barrio Sur: el mar, el viento y el solElementos como el mar, el viento y el sol aportan una dimensión simbólica a la obra de Roos. “Cuesta abajo los sacude el viento”, dice Jaime en Brindis por Pierrot. “Barcos balanceándose al viento”, en Carbón y sal, “Volando un tacho lo llevaba contra el viento” en Colombina y “De frente al brillo del mar” en Desde aquí se ve.
O “Camino del mar” en Durazno y Convención, “Para fugarse de este mar” en El infierno tan temido, “Para que entre el sol” en Aquello y “Dale más piola que llega hasta el sol” en Cometa de la farola.
Es el mar, uno de los íconos más importantes del paisaje de Montevideo. Pero, sobre todo, de Barrio Sur. Según Chevalier y Gheerbrant, todo sale de allí y todo vuelve a él: “lugar de los nacimientos, de las transformaciones y de los renacimientos”. De ahí que el mar sea a la vez imagen de la vida y de la muerte.
Son el mar, el viento, el sol, “un paisaje muy montevideano”, confirma Alfaro. “Y Jaime me parece que está asociado a la rambla. Es un paisaje de su infancia que está muy presente. Hay una atmósfera en las canciones donde eso se trasunta más allá de que las palabras estén dichas. De alguna forma, son una especie de telón de fondo”, agrega.
En ese sentido, el viento “es sinónimo del soplo, y, en consecuencia, del Espíritu, del influjo espiritual de origen celeste”. Según Cirlot, el viento es de carácter activo. Y, el sol, escriben Chevalier y Gheerbrant, “además de que vivifica, la radiación del sol manifiesta las cosas, no solamente en cuanto las hace perceptibles, sino en cuanto representa la extensión del punto principal, en cuanto mide el espacio”.
“Si te ponés a pensar dónde vivió… creo que lo que define al Barrio Sur es eso”, dice Montemurro y agrega: “la distancia y el mar están muy presentes”.
El carnaval y la cultura popular“Adiós carnaval”, se dice en Adiós juventud. “Carnaval les regaló su manto”, en Brindis por Pierrot, “Bandoneón del Barrio Sur, respirá y tirame otro candombe” en Candombe del 31. O “Cómo te va, dijo el murguista a la muchacha” en Colombina y “La murga del Tren Fantasma” en Cometa de la farola.
El carnaval, y otros términos que se vinculan con él como el candombe, las llamadas, los tambores, la murga, es uno de los elementos más representativos de la obra de Jaime, y una de las razones por la que se acerca tanto a la cultura popular de Montevideo.
El carnaval es el momento en el que lo social y lo individual se fusionan, donde la crítica y la celebración se dan la mano. Es a través del carnaval que Jaime articula una resistencia simbólica a las estructuras de poder, pero también una afirmación de la identidad popular, que se manifiesta en las canciones, en las murgas y en los ritmos de la ciudad.
“En la infancia él se nutrió de Barrio Sur. Era un barrio muy atravesado por la cultura negra. De repente los conventillos no estaban tan enclavados ahí, pero estaban a poquitas cuadras. Entonces, la llamada de tambores que pasaba por la cuadra era permanente. Y era un barrio con muchos tablados. A Jaime, desde chiquito, lo deslumbró esa murga que después no tiene nada que ver con lo que él hace porque, digamos, reinventa todo eso y lo pasa por una cantidad de filtros”, explica Alfaro.
Según Cirlot, a nivel universal, el carnaval está asociado “a las ideas de orgía, trasvestismo, retorno temporal al Caos primigenio, para resistir la tensión ordinaria que impone el sistema”. Es, en definitiva, lo popular.
Pero, “Jaime tiene un olfato particular, también. En eso es como los goleadores”, dice Montemurro. “No tocan una pelota en todo el partido, pero sabe dónde va a caer. Como los discos del Canario Luna. Eso no fue casualidad. Ahí hay mucho trabajo. Musicalmente, también, el nivel de exigencia. Al Canario nunca lo escuché cantar como cantó con Jaime, porque Jaime lo produjo, lo dirigió, logró un nivel interpretativo. Para mí eso es fruto del talento y el trabajo”, agrega.
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