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En el principio fueron los Beatles. Toda la música de Jaime Roos, incluso Brindis por Pierrot, viene de ahí. De la libertad y la diversidad estética y temática de las canciones, de tomar inspiración de cosas que pasan en la calle, de elementos cotidianos. Ciertos tramos “mántricos” de sus canciones, el usar como parte de las obras grabaciones de charlas en el estudio, transmisiones radiales, melodías de un tema que aparecen en otro. Todo eso viene de ahí.

La otra gran inspiración es la obra de referentes locales como Eduardo Mateo, Ruben Rada, los Fattoruso. La música de Opa, del Kinto, el candombe beat. Esas dos tradiciones, más la del candombe puro, la de los tambores de su barrio Sur o la herencia de su tío Georges Roos, uno de los pioneros difusores del género, más la de la murga que lo obsesionaba desde niño, más insumos de la música clásica, el jazz, la música brasileña y el folclore que sonaban en su casa. Ese es el cóctel del que viene la obra de Jaime.

La tradición y la vanguardia. Lo local y lo universal. Lo callejero y lo sofisticado. Lo sencillo y lo complejo. La mentalidad europea y la sensibilidad criolla. En esas dualidades surgen las canciones de Jaime Roos, que consolidó en su música diversas líneas, les dio forma definitiva y las convirtió en un sonido propio, que hoy es además indisoluble de la identidad local.

En El Montevideano, Roos dice “Hacer música popular no es hacer lo que supuestamente le va a gustar a la gente sino lograr que la gente se sienta identificada con aquello que uno hace guiado por su brújula estética. Ahora, si alguien canta una canción mía por la calle, yo soy el primero que se emociona. Así que imaginate lo que fue con Brindis por Pierrot”.

En ese mismo libro de Milita Alfaro considera que “Como compositor, mi vida no es antes y después de Brindis por Pierrot. Es una canción más. Una de las buenas, pero nada más. Ahora, a partir del éxito de Brindis, lo que sí cambió fue mi quehacer artístico, la popularidad, el laburo, la relevancia que adquirieron otros temas que, por suerte, fueron empujados por el aluvión de Brindis por Pierrot”.

Brindis es el epítome de lo que generaron las composiciones de Roos en cuanto a arraigo popular, y es también la demostración más fuerte de que son sus murgas las canciones que más conectaron con la fibra emocional del público local e incluso internacional, aún aunque son minoría dentro de su repertorio.

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Como consolidador de la murga canción, e innovador en el hecho de sacar a estos conjuntos del contexto exclusivo del Carnaval, llevando murgas completas al estudio de grabación, Roos tuvo en ese género uno de los elementos más influyentes de su trayectoria que lleva ya más de cinco décadas. En el podcast sobre Roos que El Observador publicó en 2021, el musicólogo y periodista Guilherme de Alencar Pinto decía que “Jaime hizo la mayor diferencia en la historia de la cultura uruguaya en la influencia y la pegada que tuvo su abordaje de la murga”.

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En ese mismo programa, Milita Alfaro comentaba que Roos fue clave en “la conversión de la murga y el candombe como banda de sonido que los uruguayos asumimos como un patrimonio cultural que nos identifica”, superando prejuicios y barreras culturales que la alta cultura expresaba sobre ellos.

Una consolidación que tuvo un hito en Brindis por Pierrot, y en los descubrimientos sobre la música de esta tierra que le dio a Roos la distancia de estar en Europa durante algunos años, una etapa que lo acercó más a esos sonidos y a la vocación de profundizar en esas raíces y cruzarlas con sus influencias rockeras y poperas y su propio filtro personal, como contaba en una entrevista con el semanario Jaque en 1986. “Uno cuando está lejos se estudia a sí mismo mucho mejor, una especie de psicoanálisis espontáneo. Entonces el valor de la murga como forma musical lo entré a ver más claro. Todo lo que hay para hacer en ese campo. Y al mismo tiempo comprendí que yo sabía muy poco de murga y que la esencia estaba acá”.