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B.R. Yeager puede ser considerado un brujo. Él define la magia como un ritual —una escritura, un código— que sirve como vehículo para habitar otros cuerpos; también como una forma de inocular imágenes y pensamientos en la mente de otras personas, interferir de forma voluntaria en la realidad y, con suerte, introducir glitches, pequeños errores que trastocan nuestra cultura y exponen que hay algo más allá de nuestra percepción inmediata. De hecho, cada vez que surgen dudas sobre lo que está escribiendo, consulta las cartas de tarot Thoth diseñadas por el ocultista Aleister Crowley y la artista Lady Frieda Harris para poder detectar los puntos ciegos de la historia que está contando. Es una conversación consigo mismo en el que lanza una pregunta y las cartas le contestan. Se considera un materialista que ya no cree que la magia sea una locura, porque la experiencia le reveló que existen cuestiones inexplicables para la razón.

Con la publicación de Espacio negativo y Amigdalatrópolis por la editorial argentina Caja Negra, B. R. Yeager se convirtió en una figura de culto, y sus libros han sido celebrados por autores como Mariana Enriquez, Roberto Chuit Roganovich y Juan Mattio, entre muchos otros. El escritor estadounidense, que reside en el oeste de Massachusetts pero trabaja mucho con el imaginario de Nueva Inglaterra, vincula la magia con el internet: las inteligencias artificiales, dice, no son otra cosa que entidades que han sido invocadas a través de rituales, de códigos binarios. Sus dos novelas traducidas al español exploran las subculturas de los foros: en Amigdalatrópolis encarna un síntoma al retratar al usuario de un foro donde circula la misoginia, el racismo y la violencia, la falta de sensibilidad absoluta —o una sensibildad sadista— y un nuevo tipo de subjetividad que, si bien era marginal cuando escribió el libro diez años atrás, se ha convertido en una posición mainstream. Espacio negativo —que fue su segunda novela, pero la primera publicada en español— vuelve sobre el tema de los foros pero lo articula con magia y una epidemia de suicidio adolescente. Abordar el tema de la violencia en internet fue una manera de justificar todas las horas que, atraído por una fascinación magnética, pasó navegando por esas páginas oscuras.

Tiene en carpeta otros dos trabajos: uno casi listo, que empezó como un drama doméstico y terminó, involuntariamente —o quizá no—, como otra hazaña de terror, y una novela monumental de ciencia ficción, más precisamente una space opera, cuyos títulos evita revelar por un razón esotérica: decirlas en voz alta arruinaría el ritual, el universo no está preparado para escuchar esas palabras. No todavía.

En Estados Unidos te movés sobre todo en un circuito de horror underground, con editoriales independientes como Apocalypse Party y Schism Press. ¿Cómo fue el proceso de publicar en América Latina a través de Caja Negra, una editorial que, si bien es independiente, tiene un alcance bastante masivo en la región y es muy relevante en los campos de estudios latinoamericanos de Estados Unidos?

Ellos se me aproximaron de la nada. Estaba muy pero muy sorprendido. Hasta ese momento, sabía que Espacio negativo había vendido bastantes copias en su edición en inglés, pero quedé encantado al recibir el interés de Caja Negra. No los conocía cuando me contactaron, pero mirando a quienes habían publicado me di cuenta que existía una oportunidad para compartir mi trabajo en un editorial que ha publicado a John Waters y también a Mark Fisher. Me fascinó su diseño y su trabajo de curaduría en general. Entonces para mí fue todo un honor. Ha sido fenomenal trabajar con ellos. No puedo dejar de elogiarlos. Hicieron un trabajo impresionante.

Sos muy meticuloso con tu trabajo. ¿Quedaste conforme con la traducción? ¿Qué tanto participaste en el proceso?

Hay un dicho sobre la traducción que dice que si algo es extremadamente preciso no es hermoso, y si es hermoso, no puede ser extremadamente preciso. Y, basado en su pedigrí, confié totalmente en Caja Negra y en que traducirían el espíritu del libro. También me gustaba la idea de que existieran diferencias entre las ediciones de los dos idiomas. Eso me parece interesante. No lo supervisé, pero sí me hicieron preguntas y cosas para que pudiera clarificar; también me compartieron el arte del libro, que es fantástico. Confié en ellos.

En Espacio negativo aparece, hacia el final, un pasaje de Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez, que es sin duda el libro en español que más circula en las instituciones estadounidenses. Al escuchar ese pasaje, Lu, uno de los personajes, dice que ya estuvo allí, en Macondo, que es la representación de una ciudad típica de América Latina con su historia reciente de violencia. Siento que quedaría más claro así: Pareciera que ese fragmento de la novela se convirtió en una hiperstición, en el sentido de que el personaje involucrado ahora está recorriendo Latinoamérica gracias a la traducción de Caja Negra. Suponemos que, obviamente, se trata de una prefiguración involuntaria, pero ¿cuál es tu relación con la literatura latinoamericana? ¿Te imaginabas el lugar que estás ocupando?

Sí, me encanta Cien años de soledad y El amor en los tiempos de cólera, que fueron y continúan siendo libros muy importantes para mí. La escritura de Leonora Carrington me parece hermosa. Y creo que la de Maximiliano Barrientos es una voz contemporánea de lo más interesante. Y claro, Mariana Enriquez. Pero seré muy honesto, siento que solo conozco la superficie de todo lo que hay, lo que llega a Estados Unidos. No podría referirme al contexto ni al canon. Me gustaría leer más. Ahora, lo que he leído me parece fantástico.

En Espacio negativo aparecen muchos personajes con sexualidades disidentes; sin embargo, el deseo parece prevalecer sobre la identidad, y la narrativa es políticamente incorrecta, lo que te distancia simultáneamente del espectro de derecha, obviamente, pero también de las sensibilidades liberales y progresistas de tu país. ¿Has recibido algún tipo de reacción negativa por este uso del lenguaje? ¿O tu público —tu nicho de lectores— se desentiende bastante de esta “incorrección”, que contrasta de manera marcada con el discurso habitual en torno a la que se ha descrito de manera despectiva como la cultura woke?

Sorprendentemente no he tenido ningún tipo de reacción negativa en ese sentido. Obviamente no me importa el tipo de crítica que cuestiona lo queer, pero desde las otras filas tampoco he tenido ningún tipo de queja. Creo que en parte es porque me muevo en un circuito relativamente underground, y también porque considero que la gente estaba buscando un tipo de libro que no esté tan maquillado en cuanto a las descripciones de personas de cualquier tipo de contexto. Se que mucha gente de comunidades queer ha comentado que fue refrescante ver personajes retratados como seres humanos completos, adolescentes cometiendo errores y no comportándose de manera perfecta y políticamente correcta. Entonces, esperé tener alguna repercusión negativa al respecto, y estaba preparado para defender mi libro, porque tengo fe en lo que quiero decir, pero no ha habido ninguna. Las personas sintonizan con el libro o lo rechazan por cualquier otro motivo.

Basado en su pedigrí, confié totalmente en Caja Negra y en que traducirían el espíritu del libro. También me gustaba la idea de que existieran diferencias entre las ediciones de los dos idiomas. Basado en su pedigrí, confié totalmente en Caja Negra y en que traducirían el espíritu del libro. También me gustaba la idea de que existieran diferencias entre las ediciones de los dos idiomas.

En Espacio negativo hay dos personajes que, en determinado momento, le dicen explícitamente al lector que no van a narrar lo que sucedió, que hay algo que van a guardarse para ellos mismos. ¿Esa información también está oculta para vos o fue algo que simplemente decidiste no revelar?

Yo se lo que pasó, lo que piensan, lo que dicen y lo que leen. Pero hay muchas cosas de la novela donde no sé necesariamente qué es lo que está pasando, y eso tiene que ver con las preguntas más cósmicas y amplias. Gran parte del libro es acerca de lo incognoscible del universo, así como también sobre la imposibilidad de conocer totalmente a otra persona. Y como estoy tratando de presentar a estos personajes como encarnando personas completas, por supuesto que tienen secretos que no van a compartir con la persona que está leyendo el libro y que ellos no necesariamente saben que existe. Eso es una manera extraña que tienen los personajes de mostrar vulnerabilidad. De decir: esto es demasiado importante para mí como para decírtelo a vos, el lector. Y creo que era importante tener esos momentos donde el personaje retiene algo y llama la atención sobre el hecho de que hay algo que no están revelando al lector, si eso tiene algo de sentido.

¿Consideras a Espacio negativo una novela del género weird?

Sí. Justo hablaba con un amigo acerca de que no hago mucho énfasis en las etiquetas de los géneros, y me refiero a Espacio negativo como una novela de terror, solo porque creo que ese el término que es más fácil de reconocer. Pero creo que sí, cae más dentro del espacio de ficción weird. Y ese es el lugar donde me siento más inclinado estéticamente, tanto para lo que leo como para lo que escribo.

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Leyendo Amigdalatrópolis, por momentos da la sensación de que algunas cuestiones —sobre todo en lo que respecta al foro— tienen más que ver con lo semiautobioagráfico que con reconstrucciones a partir de una investigación o con algo puramente imaginario ¿Cuánto hay de ficción pura y cuanto de experiencia propia en esta novela? ¿Fuiste en algún momento asiduo de algunos de esos foros?

Es una gran pregunta. Probablemente hay tres componentes. Primero, tengo cuarenta y un años. Entonces, mi tiempo como adolescente es anterior a estas plataformas. De todas maneras, pasé muchísimo tiempo siendo solitario, en la computadora, en internet, explorando foros y páginas web en las que probablemente no debería haber estado en ese período de mi vida. Entonces, estaba buscando videos gore online, estaba en foros donde había gente provocadora, aunque no en un sentido comunal, como se ve en Amigadalatropolis. El libro refleja ser joven, sentirse solo, y estar conectado online de una manera no muy sana. Así que sí, volqué aspectos de mi experiencia personal allí.

El otro componente fue descubrir sitios como Hacker News, descubrir foros que estaban orientados a comportamientos y actitudes anti-sociales, con los cuales me fasciné morbosamente, y esto fue cuando tenía veinte años. Y al principio de los treinta también. Simplemente pasaba muchísimo explorando estos espacios, tratando de entender la mecánica, tratando de entender la cultura. Desde esa experiencia fue que terminé escribiendo Amigadalatropolis, casi como una manera de justificar la cantidad enorme de tiempo que pasé observando esos espacios.

Para responder la pregunta: muchos de los posteos de los foros fueron adaptados de cosas que estaba de hecho viendo en esos espacios; tomé muchas de esas historias y esas anécdotas, y las reescribí. Me gusta pensar que fue un procedimiento de producción similar al del hip hop o la electrónica, donde samplean material; eso es algo que siempre me fascinó; o lo que hacían Brion Gysin, William Burroughs, que recortaban, mezclaban, y luego ponían todo junto. O mezclando ficción y realidad, poniendo un registro al lado del otro para ver cómo coexisten.

Diría, entonces, que del material de los foros en Amigadalatropolis hay un 40 por ciento que vienen directamente de ahí y el 60 por ciento restante son cosas que fabriqué e inventé. Pero eso es algo que sucede en todos mis trabajos, donde siempre hay experiencia vivida. Así es como escribo. Parte de eso soy yo tomando mis años de adolescencia y poniéndolo en la cultura de internet, en el año 2015. Y otra parte del trabajo es simplemente poner mis propias conclusiones, tejer mis propios hilos.

Amigadalatrópolis parece ser el intento de documentar una época o dejar un registro a través de la ficción de algo que pasó y sigue pasando en un ámbito muy particular y oculto a ojos de la mayoría de la gente —sobre todo los adultos— que son los foros de internet ¿Tenías algún tipo de intención testimonial al momento de escribirla? ¿Creés que una de las tareas de la ficción es mostrar los síntomas de época?

Es una pregunta gigantesca. No se cuál es el objetivo de la ficción, o al menos estoy convencido de que no existe solamente uno. La ficción es un instrumento, es una herramienta, y puede ser usada de maneras radicalmente diferentes. Pero sí creo que la ficción puede documentar épocas tan bien o incluso mejor que trabajos de no ficción. Mientras escribía Amigadalatropolis quería lograr una pieza que documentara lo que en ese momento era una subcultura de nicho, en 2015, y pensaba que no iba a sobrevivir, que no iba a ser reconocida, y que iba a desaparecer. Pero igual se sentía algo importante para documentar. Lo que resulta raro es que esa cultura, al menos en Estados Unidos, se ha convertido en hegemónica. Y muchos de los chicos que hoy integran nuestro gobierno tienen el mismo tipo de subjetividad que los chicos de los que escribo en Amigdalatropolis. Eso no lo hubiera esperado ni en un millón de años.

En cuanto a lo que quería revelar en la novela, no estoy del todo seguro. He hablado antes de esto: creo que es la tarea de otras personas interpretar el trabajo que yo hago y encontrar el sentido. Mi forma de escribir es puramente intuitiva. Pongo las cosas ahí y no se cuál es su significado completo. Pero sí me doy cuenta que otras personas pueden extraer lo que estaba en mi mente cuando escribía; está este gran crítico, Andrew C. Wenaus, que hizo una lectura de Amigadalatropolis, y lo que vio fue una representación de una entidad que necesita cuerpos humanos para habitar. Esencialmente, la idea es que el internet es una entidad que está entrenando seres humanos para poseerlos, lo que es algo que no estaba pensando mientras escribía; ojalá lo hubiera pensado, porque es una lectura fenomenal.

No se cuál es el objetivo de la ficción, o al menos estoy convencido de que no existe solamente uno. La ficción es un instrumento, es una herramienta, y puede ser usada de maneras radicalmente diferentes. Pero sí creo que la ficción puede documentar épocas tan bien o incluso mejor que trabajos de no ficción. No se cuál es el objetivo de la ficción, o al menos estoy convencido de que no existe solamente uno. La ficción es un instrumento, es una herramienta, y puede ser usada de maneras radicalmente diferentes. Pero sí creo que la ficción puede documentar épocas tan bien o incluso mejor que trabajos de no ficción.

Da la sensación de que Amigdalatrópolis fue un pequeño campo de pruebas antes de Espacio Negativo —una novela mucho más extensa y profunda—, pero en ambas los foros y las redes tiene una presencia muy fuerte. En Sudamérica leímos tu obra al revés, es decir, primero leímos Espacio Negativo y luego Amigdalatrópolis, y en principio, el foro de Amigdalatrópolis se siente muy similar al de Espacio Negativo —de hecho, hay un personaje, YoungCaligula, que participa en ambos foros, y en Amigdalatropolis ya aparece mencionado el concepto de espacio negativo—, pero una lectura más en profundidad revela que en realidad hay búsquedas diferentes y una mirada menos atroz de estos espacios digitales y de la gente que participa en ellos. ¿Tu intención era narrar dos foros similares pero esencialmente distintos de una novela a otra?

Estaba describiendo dos foros distintos, sí. Y estaba también intentando hacer una enmienda de lo que era, quizás, en Amigadalatropolis, una dimensión demasiado sensacionalista. Porque en la vida real, estos foros no se basan en una dinámica del horror y del acoso que no para, ni nada por el estilo; hay gente hablando sobre anime y diferentes temas. En Espacio negativo quería tener una representación más vívida y rica de una comunidad online, que fuera algo más que simplemente decir algo así como “miren lo que están haciendo estos chicos, es horripilante”. Hay muchísimo humor negro en esos foros, es cierto, pero en el fondo están tratando de afrontar esta realidad horrible que cae sobre ellos. Entonces, eran dos foros diferentes y me pone contento que hayan identificado a YoungCaligula en ambos. Para volver a la pregunta: Amigadalatropolis es la respuesta a la pregunta de si puedo escribir una novela. Y Espacio Negativo de si puedo escribir una novela que se ha cocinado y articulado en mi cabeza por largo tiempo, porque de hecho la novela comenzó siendo un cuento, el capítulo final, que publiqué en 2013 y que luego terminé expandiendo.

Teniendo en cuenta que elegiste escribir dos novelas de horror con una fuerte presencia de internet, ¿por qué buscar el horror en las subculturas digitales? ¿Son los creepypastas, la dark web, los peligrosos retos virales y los foros donde se reúne gente perturbada los nuevos bosques oscuros y casas embrujadas de la generación de nativos digitales?

Sí, diría que sí. Y una gran inspiración para Amigadalatropolis fue el libro Discursos sobre colonialismo, de Aimé Césaire, y su noción del boomerang colonial: una vez que el poder colonial alcanza el límite de lo que puede colonizar, retorna hacía su punto de origen. De allí saqué una de las citas de Amigadalatropolis que va de epígrafe, que es de los diarios de uno de los colonizadores de Haití. Pienso que eso se vincula con la idea del bosque oscuro. Al menos en los Estados Unidos se tiende a creer que no hay secretos, que las leyendas han muerto. Pero mucho de esa cultura migró online. Entonces, pienso que los espacios liminales de las generaciones previas, que querían encontrar algo que no habían encontrado antes, una experiencia nueva, ha cambiado, y que las nuevas generaciones están yendo a internet para conseguir eso, con su propia extrañeza y consciencias. Pero sí, estoy de acuerdo en un ciento por ciento.

Apenas comenzada Amigdalatrópolis aparece un posteo en el foro que dice “como se mata a alguien en sueños”, y más adelante hay un capítulo entero dedicado a mostrar links de webs relacionadas con el esoterismo, además de menciones al tarot. En Espacio negativo la magia y el esoterismo son parte fundamental de la trama. Está claro que tenés un interés particular por estos temas, pero ¿te interesan también por fuera de la literatura? ¿Utilizás la magia o tenés algún ritual al momento de escribir?

Tengo muchísimo interés. Mi problema personal es que soy muy indisciplinado. Y la disciplina es un requisito para bucear en lo oculto y en la magia ritual. De todas formas, sí he usado bastante tarot en mi proceso de escritura, como una forma de conversación conmigo mismo, para ver mis propios puntos ciegos, para determinar elementos que son cruciales a mi trabajo y que puedo no estar viendo en el momento. Soy de esa clase de persona que cree que la magia está sucediendo todo el tiempo, independientemente si somos conscientes de ello o no. Nuestras vidas se sustentan en rituales que tienen implicaciones más allá de lo inmediato. Entonces, mientras que yo soy muy indisciplinado, tengo un muy buen amigo que es básicamente un genio en todo lo que tiene que ver con teología y la historia de lo oculto. Él es mi referencia. Algunas cosas que me dice simplemente las olvido… pero sí me interesa todo lo vinculado con lo oculto. Y veo el proceso de hacer arte como parte de eso. Lo veo con la escritura, que es una oportunidad de habitar otro tipo de psique o transferir y poner pensamientos e imágenes en la cabeza de otras personas de forma voluntaria. Tengo, entonces, un interés general en todo aquello que esté más allá de la percepción.

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Phillip K. Dick utilizó el I-Ching como una guía al momento de tomar decisiones durante el proceso de escritura de su novela de 1962 El hombre en el castillo ¿Vos utilizás las cartas del tarot de forma similar?

Solía ser muy escéptico, pero he tenido suficientes experiencias como para hacer sacudir esa creencia. Igual me inclino siempre hacia el materialismo. Incluso con el tarot tengo una práctica materialista. Como lo veo, no es una manera de ver el futuro o predecir algo, sino de identificar un conocimiento que vos, como individuo, no sos capaz de reconocer, pero sí a través de estos símbolos del tarot, que son históricos. Cada carta tiene un significado muy específico que se abre a un abanico amplio de interpretaciones. Y sí, sabía que Dick usaba el I Ching. En mi caso, hago preguntas específicas sobre alguna de las cosas en las que estoy trabajando. Barajo el mazo, tiro las cartas, las leo con una guía, porque no estoy tan familiarizado con los significados, e interpreto desde allí. Luego, una vez que tengo la descripción de cada carta, veo si de la combinación entre el significado de las cartas y las preguntas pueden generar ideas o preguntas adicionales para explorar. Quizás algo más general, como ¿qué está faltando? ¿Qué es lo que no estoy viendo? ¿Qué es crucial y todavía no está ahí? Siempre estoy pensando en qué es lo que falta. Y siempre obtengo una respuesta, así que el tarot ha sido muy útil.

He usado bastante tarot en mi proceso de escritura, como una forma de conversación conmigo mismo, para ver mis propios puntos ciegos, para determinar elementos que son cruciales a mi trabajo y que puedo no estar viendo en el momento. Soy de esa clase de persona que cree que la magia está sucediendo todo el tiempo, independientemente si somos conscientes de ello o no. He usado bastante tarot en mi proceso de escritura, como una forma de conversación conmigo mismo, para ver mis propios puntos ciegos, para determinar elementos que son cruciales a mi trabajo y que puedo no estar viendo en el momento. Soy de esa clase de persona que cree que la magia está sucediendo todo el tiempo, independientemente si somos conscientes de ello o no.

¿Qué guía utilizás?

Understanding Aleister Crowley’s Thoth Tarot, de Lon Milo DuQuette, que también escribió un libro fantástico sobre la cábala, que se llama Chicken Qabalah. Es introductorio. Y es interesante porque obviamente, en la fe judía, no se supone que entres en la cábala hasta después de casarte, y el libro hizo una cosa radical, que es la de no ocultar ese conocimiento, de manera casual y fácil de comprender, que es algo que yo necesito para entender alguna de las cosas básicas sin tener que saber hebreo.

¿Cuál es la relación entre la magia —o la brujería— que aparece en Espacio negativo, vinculada a ciertos sectores populares de Estados Unidos, y el realismo mágico? ¿Se puede hablar de tu obra como un black magic realism que denuncia la violencia y la pobreza, así como la falta de perspectiva y oportunidades, y la desconfianza absoluta hacia las instituciones?

Me encanta esa descripción. No he tenido ese término en mi cabeza, pero sintonizo con él. A veces pienso en esto como una debilidad personal, pero uso dispositivos como el horror, o como la magia, porque son una forma de transmitir la realidad emocional de estas experiencias, como la de vivir en una ciudad desamparada y absolutamente moribunda. Me gusta la expresión de Mark Fisher, la de vivir en un apocalipsis lento; entonces siento que, usar los géneros especulativos, el horror y la magia, monstruos y entidades inter-dimensionales, es una manera de transmitir la verdad de una experiencia que con las narrativas más directas, como el realismo, no alcanza, al menos para mí. Si mirás los movimientos de artes visuales, como el surrealismo o el impresionismo, ellos vienen del mismo lugar; las representaciones realistas del objeto no son suficientes para dar con su esencia o con su alma.

¿Creés en el esoterismo digital? ¿Te interesa la magia memética?

Sí, muchísimo. La noción de magia como un modo ritual que cambia la consciencia: eso son los memes. Quizás hasta podemos adelantarnos un poco y hablar de inteligencias artificiales. No se cómo está emergiendo en el resto del mundo, pero al menos en los Estados Unidos, se siente como algo demoníaco, literalmente, en términos de que se trata de usar rituales, que son los códigos, para invocar entidades inteligentes en las computadoras, en un lenguaje digital y binario. Es horrible desde cierto punto de vista, como alguien viviendo en este mundo, y es increíblemente fascinante como escritor de horror. Creo que por un lado está la fuerza demoníaca, pero por el otro también están las personas que son capaces de usar herramientas online, videos, memes, para hacer cosas que son positivas y que cambia la mente de las personas hacia una consciencia más empática; gente que es capaz de realizar una interferencia cultural en alguno de los dispositivos aceleracionistas e hipercapitalistas en los que nos encontramos. Creo que las personas que están intentando intencionalmente alterar la consciencia y la existencia material de aquellos que los rodean están haciendo una forma de magia en cierto sentido. Y lo que obtenés de esa influencia directa es algo bastante esotérico y del orden de lo oculto.

¿Qué lugar ocupa la música en tu proceso de escritura?

La música es algo clave para mi proceso. Así es como encuentro el tono de lo que quiero escribir. En mi trabajo estoy tan metido en el espacio de lo que estoy escribiendo, que cuando estoy lejos de la computadora tengo que estar pensando en ello. Entonces uso música para mantenerme en esa frecuencia. Durante la escritura de Espacio Negativo escuchaba constantemente el disco Altar de Sunn O))) y Boris, y siempre imaginé que en el final de la novela sonaba la canción The Sinking Belle en los créditos. Tiene un rol enorme, en definitiva, y tiene que ver con cómo quiero que ese mundo de ficción se sienta; trato de encontrar álbumes, y músicos que encarnen ese tono que quiero inspirar. En Espacio negativo los más importantes son el que te mencioné de Sunn O))) y Boris, y Khanate, no sé si están familiarizados con la banda, pero está Stephen O’Malley de Sunn O))). Y en Amigdalatropolis, escuché mucha música ambiente y también mucho de Death Grips, porque quería encontrar ese tono de frialdad desapegada que aspira ser cool pero en realidad no lo es. No puedo enfatizar lo suficiente lo importante que es la música para mi proceso.

La tapa de Amigdalatropolis de la edición en inglés fue diseñada por vos. Al mismo tiempo, dirigiste todo el trabajo de arte del libro de cuentos Burn You the Fuck Alive, que incluye fotografías, algunas más conceptuales que otras. También escribiste letras para la banda Uniform. ¿Te considerás un artista antes que un escritor?

No me llamaría a mí mismo un artista, primero porque siento que en todas las formas de arte en la que estoy trabajando además de escribir, estoy simplemente chapoteando. Hay gente, como artistas visuales, diseñadores, músicos, a los que no quiero robarles valor, porque quiero otorgar a cada una de esas formas artísticas el valor que se merece. Hice el diseño y el trabajo artístico de los libros simplemente porque soy un obsesivo del control. Una anécdota interesante, o quizás no tanto, es que lo de la tapa de Amigdalatropolis, en la versión en inglés, emergió porque el editor, Gary Shipley, hizo un diseño en el que me gustó la organización del texto, pero el resto no tanto. Entonces hice mi propia versión. En Burn You the Fuck Alive, quería tener un control total sobre el libro.

Me gustaría indagar muchísimo más en artes visuales, tratar y jugar con otras cosas. El problema es que hay tan poco tiempo, especialmente si estás buscando un nivel de competencia o incluso de maestría. Y siento que tengo dos libros que no están terminados, y que necesito terminar antes de que me enfoque en otra forma artística. Entonces diría que soy un escritor primero, sin duda, pero me gusta hacer de todo, y si me siento muy inclinado hacia algún tipo de estética de algo en mi propio trabajo, como lo de la tapa, me voy a hacer cargo de eso.

La música es algo clave para mi proceso. Así es como encuentro el tono de lo que quiero escribir. En mi trabajo estoy tan metido en el espacio de lo que estoy escribiendo, que cuando estoy lejos de la computadora tengo que estar pensando en ello. Entonces uso música para mantenerme en esa frecuencia. La música es algo clave para mi proceso. Así es como encuentro el tono de lo que quiero escribir. En mi trabajo estoy tan metido en el espacio de lo que estoy escribiendo, que cuando estoy lejos de la computadora tengo que estar pensando en ello. Entonces uso música para mantenerme en esa frecuencia.

¿Diseñaste algún videojuego?

No, pero me encantaría en el futuro, en algún momento. Esa esa una forma que me interesa, especialmente los juegos underground y el circuito indie. Alguna de esas comunidades han hecho trabajos muy únicos. Está este gran juego llamado Discover My Body. No voy a hablar de él, búsquenlo. Otro juego que me encanta es Lisa, the Painful. Otro es Disco Elysium, que es uno de los mejores libros que he leído, y lo diego porque se siente como tal, como un libro. También está Norco.

Disco Elysium es un excelente RPG lleno de textos y diálogos, y Norco es una especie de novela point-and-click del género cyberpunk gótico sureño. ¿Te atraen más los videojuegos de estilo literario?

Sí, absolutamente. Norco, como una Oklahoma situada al lado de una refinería de petróleo, es un verdadero gótico-cyberpunk. De hecho me hice amigo de uno de los diseñadores y me habló de su proceso, que es muy diferente a la escritura. Hay muchísima planeación y documentación y trabajo de archivo; estoy seguro que para algunos escritores es similar, pero para mí no, porque escribir es una actividad que hago solo, y voy vibrando en el momento; ese no es el caso de los videojuegos. Y si bien me gustan todo tipo de juegos, también los que no tenés que pensar demasiado, los que tienen buenas escrituras y buenas historias son los que están en el top de mi lista.

¿Te gustaría aprender a codificar?

Sí, y desarrollar las mecánicas.

Antes mencionabas que se parecía a la magia.

Absolutamente. Quisiera hacer los códigos. Me gusta la idea de hacer los textos procedimentales. De nuevo, no me interesa los modelos de lenguaje más grandes, como ChatGPT, nada de eso… quiero crear un sistema que permita crear textos o quizás ni siquiera eso, sino glitches artísticos; eso siempre ha sido muy interesante para mí.

¿Qué estás leyendo actualmente?

En este momento empecé a leer un libro sobre el dios griego Pan, que salió en 2023. Lo elegí porque hay en esa materia un vacío en mi conocimiento. Pero parte del libro trata sobre las recepciones más modernas de Pan. También estoy leyendo 1982, Janine, de Alasdair Gray. Es un libro increíble. Es uno de esos escritores que, cada vez que leo, siento que me está enseñando a escribir mejor. Cada línea es una demostración de cómo generar algo de manera efectiva. Cada uno de sus libros es una escuela para mí. También estoy leyendo las novelas gráficas póstumas de Richard Corben.

En 2023 publicaste Burn You the Fuck Alive con Apocalypse Party nuevamente. ¿La vas a traducir al español?

Me encantaría que fuera traducida. Pero por ahora no hay planes.

Publicaste también una suerte de artefacto artístico, que está basado en cartas, que se parece mucho al tarot, y que se llama Pearl Death, que está agotado. ¿Podés hablar un poco más de su funcionamiento? ¿Tenés pensado sacar otra edición o incluso traducirlo?

Esencialmente es un mazo de cien cartas que diseñé. Cada carta representa un objeto, o un artefacto de un mundo medieval. Tomé mucho del juego Dark Souls, su narrativa y forma de describir. Me decía a mi mismo “eso es algo divertido de hacer”, y entonces quise hacer mi contribución, contar mi historia de esta civilización perdida solamente a través de ítems. En las cartas tenés una imagen icónica del ítem, y una descripción. Lo que me interesaba también era jugar con la narrativa no-lineal, y en lugar de un libro, hice un mazo de cartas, que barajás de una manera específica y leés siempre en un orden diferente. Si bien muchos lectores van a tener un set de cartas idéntico, podrían tener diferentes aproximaciones a los personajes y los eventos que componen el mundo basado en el orden en que recibieron la información que contienen las cartas. Es una especie de novela Dark Souls. Por el momento, lamentablemente, no creo que pueda anunciar nada respecto a la reedición o traducción.

Mencionaste que estabas escribiendo otros dos libros. ¿Podés adelantar algo?

Claro. El libro que estoy tratando de terminar en este momento es un intento de romper con los temas con los que ya he trabajado. Estoy escribiendo acerca de personas que tienen un poco menos de 30 años, una pareja más precisamente. Es en 1991, entonces no hay internet. Me metí en esto pensando evitar el horror, hacer un drama doméstico naturalista… por supuesto que ahora pienso que accidentalmente escribí una novela de horror, que por supuesto está lejos del naturalismo. Siempre bromeo que es mi novela John Irving fallida. Me pequeña descripción del trabajo sería que es acerca de una mujer clarividente que empieza a viajar en el tiempo, hacia atrás y hacia adelante, después de que su esposo muere. Estoy esperando terminar esto pronto.

Luego, el otro libro que quiero hacer después se ha estado decantando por los último cinco o seis años. Quiero escribir una gran novela de ciencia ficción, una ópera espacial. Hacer una operación similar a la de Samuel R. Delany. Mi obra de referencia es Nova, que es un trabajo tan estilístico… William Gibson y la nueva ola de ciencia ficción es la influencia general para mi próxima novela. Pero es una de esas cosas que en el pasado, estoy seguro, no podría haberlo escrito, no hubiera sabido cómo hacerlo. Estoy llegando a un punto donde puedo, donde se que la puedo sacar de la manera que quiero. Por ahora tengo notas, y mucho está en mi cabeza. Pero esto va a salir en diez años, quien sabe…

¿Tenés los títulos de la novelas?

Sí, pero esto tiene que ver con la magia y con lo oculto: no le he dicho a nadie porque todavía no lo quiero en el universo.