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El Colegio Médico del Uruguay lanzó una campaña nacional bajo el lema “¿Quién cuida a quienes cuidan?”, impulsada por el Programa de Bienestar Profesional (BienPro). La iniciativa busca promover el autocuidado entre los profesionales de la salud, abordando temas como el estrés, el burnout, la salud mental y el equilibrio entre vida y trabajo. La doctora Soledad Olivera, consejera del CMU, señaló que los médicos “no siempre somos buenos pacientes” y recordó que el bienestar de los profesionales “es indispensable para brindar una mejor atención”. 

Durante ocho semanas, la campaña difundirá mensajes y recursos en redes sociales para fomentar una cultura del cuidado también hacia quienes cuidan.

Escribe Robert Santurio

En el silencio agotado de los hospitales, entre guardias interminables, diagnósticos difíciles y decisiones que pueden cambiar una vida, surge una pregunta que se impone con urgencia: ¿Quién cuida a quienes cuidan?

No es un eslogan, sino una interpelación ética y humana. El Colegio Médico del Uruguay (CMU), a través de su Programa de Bienestar Profesional (BienPro), ha decidido hacerla pública. Durante ocho semanas, una campaña recorrerá redes sociales y medios, poniendo el foco en el autocuidado médico. Porque detrás del estetoscopio, del guardapolvo y del saber científico, hay una persona que también se cansa, se enferma y, a veces, se quiebra.

Los cuidadores que se olvidan de sí mismos

“En general los médicos no somos buenos pacientes”, admite la doctora Soledad Olivera, Consejera Nacional del CMU. “Intentamos resolver nuestros problemas en consultas de pasillo o por WhatsApp con otros colegas, sobre temas vinculados al estrés, las largas horas de trabajo, el poco descanso, el burnout, la nutrición…”.

La confesión no sorprende dentro del gremio. Durante décadas, la cultura médica ha naturalizado el sacrificio como sinónimo de vocación. Descansar se percibe como debilidad, y reconocer el cansancio, casi como una falta profesional. En esa lógica silenciosa, muchos profesionales terminan siendo lo que Olivera define con precisión: “Entre nosotros, somos los peores pacientes”.

Saben lo que deberían hacer, pero no lo aplican. Prescriben reposo, pero trabajan 36 horas seguidas. Recomiendan pausas, pero contestan mensajes de pacientes en la madrugada. Esa disonancia no es simple incoherencia: es el resultado de un sistema que exige eficiencia, pero pocas veces ofrece cuidado.

El costo del descuido

El burnout médico, reconocido por la Organización Mundial de la Salud como un síndrome ocupacional, no solo afecta a quien lo padece. Tiene consecuencias directas en la calidad asistencial, en la empatía y en la seguridad de los pacientes. “Ningún médico quiere equivocarse, pero nuestros errores cuestan caro”, advierte Olivera.

Esa frase encierra una verdad incómoda: el bienestar de los profesionales de la salud no es un tema privado, sino público. Cada consulta, cada diagnóstico, cada urgencia, está atravesada por el estado físico y emocional de quien atiende. Cuidar al cuidador es, en última instancia, cuidar mejor a la sociedad entera.

Hacia una cultura del cuidado recíproco

La campaña del CMU propone seis ejes para iniciar una conversación postergada: Autocuidado Realista, Bienestar Físico en el Trabajo, Equilibrio Vida-Trabajo, Cultura Laboral Positiva, Burnout Médico y Salud Mental, Liderazgo Humano y Crecimiento Personal.

Más que una guía, es una invitación a repensar la identidad profesional desde la vulnerabilidad. En un mundo que exalta la disponibilidad permanente, reconocer los límites es un acto de madurez, no de debilidad.

Porque cuidar no debería implicar olvidarse de uno mismo. La medicina, en su esencia, es un pacto entre humanidad y ciencia. Y ese pacto solo puede sostenerse si quienes lo practican también son objeto de cuidado.

Un cambio que interpela a todos

El desafío no es solo individual. Es institucional, social y cultural. No basta con recordar a los médicos que deben descansar; es necesario construir entornos laborales donde el descanso sea posible. No alcanza con hablar de salud mental; hace falta reducir la carga emocional que el sistema deposita sobre los hombros de quienes están en la primera línea.

La pregunta —¿Quién cuida a quienes cuidan?— no busca culpables, sino conciencia. Nos recuerda que el cuidado no se agota en el acto médico, sino que empieza antes, en la salud de quien sostiene la vocación de sanar.

Quizás haya llegado el momento de entender que el bienestar de los médicos es también una forma de justicia. Y que, en ese reconocimiento, la sociedad entera se vuelve un poco más saludable.

Autor: ROCHAALDIA.COM