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Herman Alsina, comerciante de Barra del Chuy, no esquiva el diagnóstico: Rocha vive del turismo, pero lo hace a pulmón, con una temporada breve y despareja que deja más preguntas que certezas. “El capital principal que tenemos es el área turística”, dice, consciente de que el motor económico del departamento arranca a todo vapor en enero y se apaga, sin contemplaciones, cuando cae febrero.

En entrevista con La Nueva Radio Lascano, Alsina retrató sin eufemismos la paradoja de un departamento que se vende como paraíso natural pero sufre los vaivenes de un modelo frágil: “Los días explosivos son 30 o 40. Siendo muy generosos, diez en enero y tres en carnaval. El resto del año la maquinaria queda ociosa”.

El periodista José Luis Estol ironiza con un comentario que circuló en televisión nacional, donde turistas de clase media montevideana se quejaron de que “la cerveza se sirve caliente y el café frío” en Rocha. Alsina responde con picardía: “Café no vendo, pero cerveza siempre fría vas a encontrar acá”. El guiño, sin embargo, abre paso a la realidad: detrás de los chistes se esconde un sistema económico asimétrico que pone en jaque a las pequeñas empresas.

La explicación es sencilla y brutal. Comprar un freezer o un camión de reparto para abastecer el pico de demanda en enero no tiene lógica cuando el resto de los 350 días ese equipamiento queda inmóvil. “Todo cuesta mucho dinero. Hay gente que no puede invertir. Se pone en la balanza: comprar un freezer para usar cinco días al año o seguir remando”, advierte Alsina.

La comparación inevitable es con Maldonado y Canelones, donde el turismo se sostiene con población estable y consumo todo el año. Rocha, en cambio, depende de un turismo estacional que dispara las ventas en pocos días y deja largos meses de vacas flacas. “Competimos con un monstruo a 15 kilómetros”, resume, aludiendo a la frontera seca con Brasil, donde el consumo se concentra en grandes superficies.

El comerciante también desarma un mito frecuente: las carencias logísticas en temporada alta no son un problema exclusivo de Rocha. “La bebida caliente la encontrás también en Florianópolis o en Río de Janeiro. Hay momentos puntuales donde la ola te pasa por arriba. El que viaja sabe a qué va”, sostiene.

Alsina pide perspectiva y menos dramatismo. Reconoce que el derecho al reclamo está garantizado, pero invita a mirar el cuadro completo: el esfuerzo de decenas de emprendedores que, en los últimos 15 años, mejoraron sus servicios a pesar de las limitaciones estructurales. “Siempre está bueno ponerse de los dos lados del mostrador”, concluye.

En tiempos donde el turismo es bandera política y económica, su testimonio funciona como un recordatorio: el paraíso natural también necesita un modelo sostenible. Porque, como dice Alsina, el verano en Rocha dura apenas 40 días.

Autor: ROCHAALDIA.COM