Orsi ajusta el tablero: bajan las naftas, sube el gasoil y se dispara el supergás
Desde este lunes 1° de setiembre rigen los nuevos precios de los combustibles, tras decreto del presidente Yamandú Orsi. La nafta Súper 95 baja a $78,20 y la Premium 97 a $80,61. El gasoil 50S sube a $50,14 y el 10S a $57,14. El supergás registra el mayor aumento: la garrafa de 13 kilos pasa de $1.050 a $1.150. Estos valores se mantendrán durante dos meses, según el nuevo sistema bimestral de ajuste de tarifas anunciado por el gobierno.
El nuevo esquema de precios de los combustibles comenzó a regir este lunes 1° de setiembre a las 0 horas, tras el decreto firmado por el presidente Yamandú Orsi junto a sus ministros de Economía, Gabriel Oddone, y de Industria, Fernanda Cardona. La medida, que responde al cambio de metodología para la fijación tarifaria anunciado meses atrás, introduce un sistema bimestral de ajustes con el que el Ejecutivo busca estabilizar los precios y dar “previsibilidad” al mercado.
El decreto trae un cóctel con claros ganadores y perdedores. Mientras la nafta Súper 95 baja 0,66% y se ubica en $78,20 el litro (hoy en $78,72), y la Premium 97 cae 0,64% para situarse en $80,61 (actualmente $81,13), el panorama cambia para el gasoil y el supergás.
El gasoil 50S trepa 4,28% y pasa a costar $50,14 el litro (hoy $48,08). El 10S sube 3,74% y queda en $57,14 (hoy $55,08). Pero el golpe más fuerte llega con el supergás, que aumenta 9,52%: el kilo se dispara de $80,77 a $88,46, lo que empuja la clásica garrafa de 13 kilos de $1.050 a $1.150 (sin envío).
La Ursea había difundido semanas atrás los precios de referencia según el Precio de Paridad de Importación (PPI), y en esta oportunidad los valores finales fijados por el Ejecutivo coincidieron punto por punto con los sugeridos.
La nueva metodología
El cambio clave está en el esquema bimestral de ajustes: a partir de ahora los precios de venta al público se revisarán cada 60 días, en base al promedio de los PPI de los dos meses anteriores. Según la ministra Cardona, esto permitirá evitar la volatilidad que implicaban los ajustes mensuales.
El Ejecutivo también reintrodujo el “factor de estabilización”, un colchón de $1,50 por litro que funcionará hasta fin de año y que será revisado anualmente. Además, fijó un tope máximo de variación de 7% para amortiguar la traslación directa de las fluctuaciones internacionales al bolsillo de los consumidores.
La política detrás de los números
Con este decreto, Orsi se estrena en un terreno donde ningún gobierno sale indemne: el precio de los combustibles, que impacta de manera directa en la canasta familiar, en la producción y en el transporte. La rebaja en las naftas puede leerse como un gesto hacia el consumo urbano y el parque automotor particular, mientras que la suba en el gasoil golpea de lleno al sector productivo, al transporte de carga y a los bolsillos populares en cascada.
El aumento del supergás, por su parte, incide directamente en la economía de los hogares de menores ingresos, donde la garrafa es insumo indispensable. Allí, el ajuste se siente como un retroceso.
La tensión está planteada: estabilizar o ajustar, recaudar o aliviar, contener o descomprimir. El tablero de los combustibles vuelve a mover fichas y, como siempre, el impacto se mide en la vida cotidiana de la gente.
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